Lo que se va quedando en el baúl

Antes de que se apolillen ests comentarios, antes de que concluya la semana, pongo a airear algunas palabras que fui juntando en ratos en los que internet parecía, más que un medio de navegación, un instrumento de naufragio.

Falciani habla

Ante el juez y ante los medios. Ya había dicho lo que pensaba. No hay novedad. Denuncia a los delincuentes, colabora con la policía y la fiscalía para que se entienda la literatura de los paraísos fiscales. Los responsables de Hacienda y los de la lucha contra la corrupción le defienden, pero ¿desean tender la mierda que esconden afanosamente los bancos suizos y los de otros paraísos fiscales?

Tengo dudas: ¿De verdad nos lo podemos creer o se trata de un cuento chino? Si lo primero, ¿puede sentirse seguro Falciani? ¿O se trata de utilizar su colaboración, no para castigar a los defraudadores, sino para alertarlos? ¿Cómo se puede calificar (castigo o alerta) lo que se hizo con los casos ya resueltos, incluido el del señor Botín y su gran familia?

Los héroes no bastan. Si están solos.

 

De Vargas Llosa a Ángel González

Vargas Llosa no defrauda. Cuando tiene oportunidad de manifestar su profunda fe liberalista, lo hace con un arrebato voluntaria o involuntariamente provocador.

Ahora la oportunidad surge tras la muerte de Margareth Thatcher, de la que recuerda los diferentes encuentros que mantuvo con ella, dignos, todos ellos, de una exaltación póstuma, aunque con algún matiz siempre menor que el entusiasmo.

Llegados a este punto, el liberalismo de MVLl se parece extraordinariamente a la historia y a la morcilla de la tierra de Ángel González, porque se hacen con sangre y se repiten.

 

Por su seguridad

Los fotógrafos deberán acudir perfecta y exhaustivamente identificados, so pena, si descuidan el atuendo, de ser amamporrados en cualquier concentración, manifestación o escrache, actividades que, como ha explicado el mismísimo presidente del Tribunal Supremo, no son otra cosa que ejercicios de la “libertad de manifestación”.

Los periodistas que publican el contenido de un sumario de evidente interés público pueden ser castigados, de acuerdo con lo solicitado por el partido en el gobierno, porque se supone que los denunciantes mienten y que la gente, incauta, los cree… El día que la gente actúe de otra manera, que no crea a los que hacen ruido, no hará falta que el partido susodicho siga en el gobierno. No le dejarán estar.

La jueza prohíbe la difusión de los vídeos privados de Urdangarín. Otra prohibición más. Pero conviene leer la resolución: el chismorreo, la calidad de sus relaciones conyugales o el esmero en las no conyugales, si las hubiere, son asuntos propios, de su exclusiva incumbencia. El problema consiste en que este país vive de eso: de poner el ojo en la cerradura: es decir, parafraseando a Cela, que nos ocupamos más de buscar a alguien jodido que de tratar de ver si alguna vez podemos estar nosotros mismos jodiendo.

Dicho esto último en buen plan. Es decir, el estrictamente literal. Si se cambia la acepción, hay que invertir la reflexión: preocuparse de los jodidos es decente y ser jodiente, repugnante. Cuestiones de polisemia.

Artículo anteriorRTVE, al borde del pasmo
Artículo siguienteRTVE, al borde del pasmo