Nada es lo mismo, nada / permanece. / Menos /
la Historia y la morcilla de mi tierra: / se hacen las dos con sangre, se repiten.
Ángel González.
– Lo peor del franquismo fue que no estábamos nosotros.
A un amigo mío le gustaba descalificar con esta frase a los dirigentes políticos que, pese a presumir de su oposición a la dictadura, mantenían comportamientos más propios de aquel régimen que de un sistema verdaderamente democrático: autoritarismo, corrupción…
– Lo peor del nazismo fue que no estábamos nosotros.
El mismo amigo aplicaba esta frase a aquellos dirigentes que, aún ajenos estrictamente al régimen del III Reich y al Holocausto, adoptan decisiones más propias de una ambición hegemónica y totalitaria que de una actitud respetuosa con los derechos y las razones ajenas.
En esta sociedad, en la Unión Europea o en España, allá donde miremos, los intereses de unos pocos se imponen, y se han impuesto, a los de la inmensa mayoría sin necesidad, pensamos, de un sistema totalitario o una dictadura.
– ¿Qué son, entonces, la dictadura o el totalitarismo? ¿Cómo definir el sistema en el que vivimos?
Más allá de la ficción rutinaria de nuestra cadencia de elecciones insípidas o debates de dieta, cuando llega el momento no caben dudas:
No hacen falta ideologías, bastan los mercados.
No hacen falta las SS, bastan las finanzas.
No hace falta agit-pro, bastan los medios de comunicación.
– ¿Se trata de una exageración, usted vive en otro mundo o seré yo el nazi?
