
Un enfermo se suicida porque la sociedad le niega la eutanasia.
La familia de un bombero corre el riesgo de ser expulsado de su oficio y tener que vivir, él y su familia, en la indigencia, porque, tras advertírselo a la empresa, se negó a custodiar un cargamento de armas con destino a un país delincuente.
Al enfermo que deseaba decidir la manera más digna el final de su vida, tuvo que provocar y adelantar su muerte, con sufrimiento y en soledad, porque este país le niega un derecho elemental: el respeto a su propia conciencia. El bombero deberá afrontar un futuro, para él y los suyos, inseguro e incierto por reclamar su derecho a actuar conforme a su conciencia.
No hay que liarse. Algunos asuntos son tan sencillos como obvios. Y cuando no se actúa, hacen falta referencias, testimonios tan lúcidos como valientes. Para que ganemos todos.
