Circunloquios que no van a ninguna parte

Sin norma no hay convivencia.

Tampoco derecho.

Ni la norma ni el derecho garantizan la convivencia.

Ahí interviene la política.

Pero no hay convivencia sin norma o sin derecho.

Si no fuera por el cristianismo, ¿habría hoy judaísmo?

¿Y pueblo elegido?

¡La de problemas que nos habríamos ahorrado!

¡Sabe Dios!

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