Y gracias

Telefónica obtiene los mayores beneficios de su historia. Telefónica anuncia una reducción de cerca de 6.000 puestos de trabajo en España. Los titulares se superponen, se comunican a la vez.

Hace algún tiempo, y creo haber escrito algo sobre ello, los máximos directivos de Telefónica me explicaron la lógica de estas decisiones aparentemente incongruentes, sobre todo si se producen de manera simultánea.

Resulta que, para seguir manteniendo la rentabilidad de la empresa, la que demandan sus cientos de miles de accionistas, no cabe otra salida. Así lo explican.

El convenio colectivo vigente en Telefónica, al margen del incremento salarial que pueda pactarse cada año, contempla una subida de la masa salarial próxima al 3% anual: es la consecuencia de una serie de ascensos de categoría, pluses, extras, vacaciones que se generan automáticamente por razón de la antigüedad en el puesto de trabajo.

Para mantener los beneficios resulta imprescindible incrementar la productividad. Y eso sólo se logra mediante la tecnología, elemento de extraordinario valor en una empresa tecnológica por excelencia, y la reducción de plantilla, siempre que se produzcan simultáneamente.

“Cada año sin ERE, la compañía tiene problemas de rentabilidad”, concluyeron.

Primer lectura, acorde con el planteamiento empresarial: las subidas salariales –en compañías donde los trabajadores gozan de un estatus claramente favorable (por no decir privilegiado)– provocan paro (bajo la denominación de ERE o prejubilaciones). Segunda lectura, también en línea con la lógica del sistema: la necesidad de beneficios empresariales progresivos –esto no se discute, lo imponen el mercado y los intereses financieros– provocan paro (sea cual sea el subterfugio).

– ¡Hombre…!

– Si los beneficios no crecieran, al menos, en progresión aritmética, los despidos aumentarían aún más.

– Muchas gracias.

 

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