
Hay que desconfiar ante las contradicciones, pero hay que temer aún más a los puros.
Dialogar es escuchar y asumir que, sin el otro, no hay convivencia perdurable.
La ética deben ser referente ineludible para la política, pero una y otra pertenecen a ámbitos muy distintos. La ética o la moral tropiezan y a veces se estancan ante dilemas fundamentales. Las divergencias políticas se deben dirimir mediante la negociación y el acuerdo.
