25/11 Diario de campaña (bando nacional). Fin

25N

Hoy es el día. Estaremos pendientes.

Para empezar encuentro algunas reflexiones en la prensa. Una se publicó en la jornada de reflexión en El Periódico, firmada por Alberto Sanjuán: Antes de izquierdas que español. La otra la recoge hoy El País con firma de Xavier Vidal-Folch: Una aventura incierta.

Sirven para preparar la espera. Y la noche. Y si se quiere releer alguna más, aquí quedan unas cuantas.

No obstante, me he despertado inquieto. Anoche cadena de televisión incluyó el sábado por la noche una supuesta manifestación, convocada a través de internet y a favor de Mas en la Plaza de San Jaume de Barcelona, en plena jornada de reflexión. Los comentarios eran condenatorios; sin embargo, las imágenes que vi (bien es cierto que distraídamente) restaban importancia a la noticia: en la plaza no había más que algún corrillo de conversadores con móvil.

Busco más información al respecto. La encuentro en El Imparcial, eleconomista.es e Intereconomía.

– ¿Qué cadena se sumó anoche a este grupo tan poco sospechoso?

 

24N

Concluida la campaña electoral, jornada de reflexión.

Cumplidas las dos semanas de bullanga, la realidad se resume en mucho menos que un tuit: pobre en el debate, asquerosa en las formas.

Por partes.

1. Sobre el asunto capital.

Todo, demasiado previsible. Antes de que se iniciara la campaña electoral, pensé y escribí que «en los anteriores procesos electorales celebrados en Cataluña casi nadie advirtió la imparable marea hacia el estado propio o la independencia. Los partidos ni lo plantearon, los medios tampoco se enteraron y los ciudadanos votaron sin pensarlo. De pronto, el nuevo gobierno se tambaleó en su incompetencia, arrastró a los ciudadanos al precipicio y surgió un run run que preludió la manifestación de un movimiento telúrico. Los partidos y los medios se lanzaron al griterío para reivindicar su existencia en medio del estruendo del sismo. Sólo hay ruido, aunque algunos consideren que lo suyo es salmodia o melodía. No importa la dimensión o la inestabilidad de la falla. Hay quienes creen que esa inestabilidad que anuncia un cataclismo les favorece. Los tanques de los bomberos están abastecidos de gasolina».

Ese era el contexto. ¿Y ahora? Ya sabemos que los bomberos han agotado sus depósitos.

2. Las circunstancias.

Los principales contendientes rehusaron las razones para defender sus planes totalizadores y negaron propuestas para resolver las necesidades más cotidianas de la gente. También estaba previsto. Y así transcurrió la primera semana, hasta que la huelga general puso de manifiesto la contradicción de una campaña para el futuro que ignoraba el presente. Nada mejor, en tales situaciones, que echarse al monte. Un pirómano conocido prendió la mecha. Los bomberos estaban preparados, si no advertidos. El paisaje ha quedado calcinado y aterido.

3. Asuntos pendientes.

Ahora se sabe (o se cree saber) que detrás del informe de todos los males (el de las acusaciones contras Mas, Pujol y familias) está un sindicato policial, que lo tenía en su poder, y algunos policías, que vaya usted a saber, amén del diario del que ya sabemos todo lo que hay que saber, salvo los que no quieren enterarse.

También se sabe que el Ministerio del Interior quiso investigar las cajas negras de CiU (e incluso sus agujeros) en plena campaña. A la vista de su comportamiento posterior –ninguna información clara o correcta, medias verdades, insinuaciones, falacias– al Ministerio y al Gobierno les venía bien el juego sucio. Y se emplearon a fondo. A Artur Mas y a CiU también: otro argumento más y grave a favor del victimismo, la incomprensión, el nefasto arbitraje que solo ellos sufren en cualquier partido.

También se sabe que Mas y CiU, aunque no lo diga ni se lo digan, juegan sucio: la financiación del partido, las cuentas familiares que en otros países incapacitarían a un candidato, las medias verdades de su propuestas electorales y un discurso más propio de secreciones glandulares que medulares. Ellos mismos se encargaron de regar el barro. Todo lo supeditaron al estado del campo. Para colmo llegó Durán ¿i? Lleida: «Esto ya no es un problema de las cloacas del Estado, es que el Estado es una cloaca». Lo dijo el «señor 3porciento», representante del Estado, como el propio Mas, presidente de una institución que es Estado en estado puro.

4. ¿Y ahora?

Con las urnas prestas para cumplir su oficio, solo habrá que añadir el resultado.

Pero, en estas circunstancias, ¿alguien se atreve a defender sin matices que el pueblo decidirá lo mejor –para qué, para quién, para cuándo? o ¿alguien se atreverá a interpretar sin error el resultado electoral como decisión de los catalanes y/o Cataluña?

Habrá muchos. ¡Confesémonos, por lo que pueda venir!

 

23/11

Esto se termina… en plena esquizofrenia. La primera semana de campaña electoral se resolvió a banderazos; la segunda, a golpes de descalificación y corrupción. Ya no hubo más. Con sordina y sin dejar huella pasaron algunas propuestas sobre lo que directamente interesa a los ciudadanos: los recortes, la crisis y, por supuesto, los modelos de organización territorial más racionales que viscerales.

Nada ocurre por casualidad. Hubo maneras de resolver el encono obsesivo y asimétrico entre las dos radicalidades nacionalistas (o los dos bandos nacionales). No les interesó más allá de los enojos y las acusaciones, de la tergiversación y el victimismo, porque, de ese modo, ellos absorbieron la agenda al completo. El periódico que sembró la cizaña se volvió a sentir protagonista en un momento importante. En el último suspiro, el presidente del Gobierno se echó a un lado y su vice añadió barro al barrizal tras el Consejo de Ministros.

No hay resquicio para nada más. Cuando los propios intereses, de un medio de comunicación o de unos partidos, importan más que el rigor y el derecho de los ciudadanos a la información y al debate, los procesos democráticos se transforman en sucedáneos de democracia. Cuando se requiere a los votantes que decidan con las tripas antes que con la razón, la confrontación de ideas y propuestas se convierte en charcutería electoral, donde se distribuyen vísceras sin limpiar.

Con este malsabor concluye la campaña. Y cabe temer que la digestión no mejorará la degustación de este menú de productos caducados o, como mínimo, insanos.

22/11

La merdé evita otras cuestiones. Los guantazos los dan los mismos y los sopapos los recibe el resto. Los contendientes alimentan su estrategia. Mas acusa a Rajoy, Montoro amenaza con conejos bajo la chistera, la fiscalía catalana actúa contra El Mundo y el periódico, caiga quien caiga, lo hace a favor de sí mismo. Fuera de Cataluña la campaña se ha reducido a esta porquería, pero sin saber si mancha a uno, a otro o a ambos. Curiosamente, nunca una campaña electoral catalana interesó más fuera de su propio ámbito. ¿Alguien tiene interés en que no la escuchemos, no nos enteremos, no sepamos? Parece.

Busco más información en los medios catalanes. No hay diferencia. ¿Y sobre qué van a decidir? Debe ser eso.

 

21/11

CiU se defiende de las acusaciones de El Mundo con demandas judiciales. El periódico insiste; tal vez tenga otros objetivos que la pura verdad o la mera mentira. El ministerio del Interior pone una vela a dios y otra al diablo, porque la manipulación puede dar frutos, pero también sustos, y porque no se sabe qué es peor, si el enemigo que todos saben que lo es es o el amigo que todos saben que no lo es, aunque lo parezca o quiera parecerlo, que tampoco es lo mismo. Así es ese periódico y sus facedores de entuertos.

Los acusados acusan a la policía, que es acusar al enemigo político, y reclaman ayuda a la fiscalía, que también está bajo control del bando contrario. En cualquier caso, unos y otros se sacuden, pero en beneficio propio, porque la política y, más aún, las campañas electorales son un ring en el que, muchas veces, unos reparten las tortas y otros, los que pagan la entrada, reciben los moratones. Así cualquiera pelea.

¿Y los demás? Desaparecidos.

Pues andábamos en ésas, que si asnos o podencos, que si bueyes o mulas, y sale el ministro de Hacienda a decir, nada menos que, «ahora hay iniciativas parlamentarias que piden que el ministro comparezca para explicar qué está investigando  la Agencia Tributaria. El que tiene que comparecer es el que tiene cuentas en Suiza no declaradas, ese es el que tiene que comparecer, pero no ante el Congreso de los Diputados, tiene que hacerlo ante la sociedad española».

Y uno se acuerda de «san» Hervé Falciani.

O sea, que, al margen de las procedimientos mundialistas, en los nacionalistas suelen producirse olores sospechosos.

O sea, que, a falta de campaña, tendremos cola.

 

20/11

20N. ¡Menuda fecha para hacer campaña! Se amontonan fantasmas, los peores, y uno no sabe si defender el deber de la memoria o desear la pérdida de tales recuerdos. Metidos en faena electoral, la duda estriba en si olvidar lo que pasó antes de decidir sobre lo que deseemos o si reconocer la historia para hacernos justicia.

La fecha rememora otras elecciones bien recientes sobre las que pesó la losa de la crisis. Bien distintas a estas otras, apenas un año más tarde, en las que la presencia obsesiva de los recortes y la depresión se sortea mediante una huida hacia adelante, tardaremos en saber si con retorno o no.

Nada tiene de particular que, en esta fecha, el nacionalismo avente los recuerdos del pasado, en forma de manipulación y ultraje institucionales, y que el presidente in pectore de las encuestas rechace compartir con el PP lo que (presupuestos) ha compartido de buen grado en los últimos dos años.

Hay días que nos cambian el humor. Y afirmaciones que ayudan a la ironía. Por ejemplo, la de Felipe González: «El PSC será la única alternativa de izquierda en las elecciones». Lo dice después de reconocer el mal momento del PSOE en general y del PSC en particular y se basa más en la desconfianza que le genera el resto de los partidos que en la confianza que le transmite el propio. Visto así, lo más seguro es que la izquierda sea declarada especie en extinción, incluida la de FG. Él sabe un rato: ¿acaso no ayudó a deteriorar el sistema inmunológico del partido que acumuló mayorías sucesivas en los 80 y 90?

Ahora la cosa está tan mal que en previsión de lo previsible, y para evitar que el mismo 25 por la noche a los dirigentes socialistas les piten los oídos por sus malos resultados electorales, ya se han curado en salud: el comité federal asimismo previsto se celebrará en enero o febrero. ¡No cunda el pánico (más todavía)!

 

19/11

Tanto furor patriótico y, cuando ya se ve venir la inundación, el timonel se arruga. «El próximo President de Catalunya ya no dependerá del Estado español». O sea, que él seguirá dependiendo y de lo prometido, cuarto y mitad.

– Lo dice porque él abandonará la política tras el referéndum.

En el mejor de los casos, transmite un mensaje  falaz, porque el referéndum no basta para el adeu a Espanya. Menos aún si, como el gran timonel estelado afirma, Cataluña, tras la independencia, dispondrá de las mismas atribuciones y competencias que el Parlament aprobó para la reforma del Estatut.

– ¿Aquello era la independencia?

Así se lo ha dicho Mas esta mañana a Pepa Bueno en la SER. Y a más de uno se nos han hecho los oídos (no los ojos) chiribitas.

El fracaso de aquella iniciativa, consensuada en Cataluña por todos los partidos, menos el PP, se debió, según Mas, a un complot entre los populares, el PSOE y el Tribunal Constitucional.

Mejor recordar lo que pasó: Artur Mas (que estaba en la oposición) se saltó el consenso de su parlamento y alcanzó en nombre de CiU un pacto con el Gobierno del PSOE. Gracias a él, el Parlamento español aprobó lo pactado por Mas y el PSOE, pero no por el PSC (Maragall incluido). El PP y, a la postre, el Constitucional descafeinaron la decisión soberana. Si con razón o no, ahora importa menos, aunque de aquellos polvos vengan estos lodos. Pero no conviene olvidar que en la merdé se pringó el propio Mas, contra el consenso y, si se apura, contra el PSC.

– Pues ahora oigo hablar de estos asuntos a los proindependentistas de nuevo cuño y ni se acuerdan. O lo recuerdan al revés.

– Eso pasa.

 

18/11

Día de encuestas. CiU se estanca, proclaman unánimemente La Vanguardia, El Periódico y El País. Ninguno duda de su triunfo electoral: los estudios demoscópicos aseguran a la formación de Mas 62 escaños, de los 135 del parlamento catalán. El lío viene después, La Vanguardia coloca al PSC en segunda posición; El País, al PP, y El Periódico a ERC. O sea, que peperos, esquerros y ciutadans sacarán pecho y a los pesecés se les va a descomponer la cara y la bilis; las iniciativas están, por el momento, entre el que sí y el que todo sigue igual, lo que, dada la debacle previsible de los de al lado, acumula fracaso a la izquierda.

Hoy es el día para discutir de todo eso que, desde el punto de vista de los partidos que protagonizan la campaña, es lo único importante, y desde el punto de vista de los ciudadanos, es la consecuencia de su decisión sobre lo que les importa. ¡Menuda diferencia!

En teoría. Sólo en teoría.

Porque, y más vale preguntárselo ahora que el día después, ¿es o no es una estupidez eso de que «el pueblo siempre tiene razón», «el pueblo siempre decide lo que más le conviene» o «el pueblo es justo con quienes le representan»? Echemos un vistazo a lo que llevamos visto. Habrá explicaciones para lo que ocurran (sea lo que sea), pero de ahí a tener «la» razón… El derecho o la legitimidad son otra cosa.

(Si al lector le interesan opiniones más consistente que las que puede ofrecer el autor de estos comentarios, puede acudir a otras opiniones soberanas y autónomas, que hemos ido recopilando).

 

17/11

Empieza la última semana de campaña. La primera ya nos la sabíamos. Es lo que tiene la reválida, que hay que volver a estudiar lo estudiado e incluso lo que no hacía ninguna falta estudiar.

La polémica sobre las cuentas en Suiza o Lietchestein ha embarrado aún más el debate. Ya llegará el momento «ariel», porque en Cataluña siempre ocurre, pero en este momento, salvo que la lavadora entre en funcionamiento de manera urgente, el barro genera barro. Y si uno se mira al espejo, se ve salpicado de mierda. En el armario siempre queda alguna «camisa nueva», con bordados de uno u otro signo o sin él.

16/11

El Mundo ha decidido animar la campaña. Está en su adn. Este es su scoop: un informe policial, un borrador, asegura que las comisiones del caso Palau se dirigían a CiU a través de cuentas personales de Artur Mas y su padre, de Jordi Pujol, su esposa y su hijo Jordi, en bancos de Suiza y Liechestein. Mas niega, CiU anuncia una querella, PPy PSC dicen que, si la información es falsa, esa querella ya tenía que estar presentada. El juez que instruye el caso, y que ya ha destapado un montaje de corrupción monumental, no entiende este episodio inesperado.

Todo vale. Se mire como se mire.

Hay algo obvio: en esas aguas turbias El Mundo ejerce un magisterio indiscutible

En la réplica de los mítines diarios el president en funciones se crece: «Mas (él mismo) les importa un rábano, lo que no quieren es un pueblo que diga lo que piensa, que se exprese con libertad».

Los demás, a rebufo.

Carme Chacón reapareció. Puso voz de tiple y acusó:  “Ahora entendemos para qué quieren un Estado propio. Para apropiárselo ellos, no para que sea de los catalanes. Para los de abajo, recortes y banderas y para ellos, poder y dinero. Da igual que sea en Suiza, Lietchenstein, México o Argentina”.

¡Cómo se nota todo este tiempo de estudio, meditación y formación para convertirse en presidenta de Gobierno!

 

15/11

Resurge la campaña tras la resaca de la huelga y las manifestaciones. Muy numerosas, masivas y, sin embargo, en ningún caso tan relevantes como la que alumbró la campaña electoral. La del 11 de septiembre.

De aquella surgió un movimiento irrefrenable que parece abocado a decisiones prontas y concretas. ¿Y de esta?

¿Fue menos masiva o menos importante? De estas cosas se habla poco en campaña.

 

14/11

Huelga general. En estos casos, ¿que hacen los partidos con la campaña electoral? ¿Cambian de actitud según su compromiso con la convocatoria, dejan de enviar cartas desde sus sedes, ese día no incordian a los jefes de Política de periódicos, radios, televisiones, e incluso a blogueros y tuiteros?

Va a ser que no.

 ♦

Se barruntaba: el día de la huelga podía favorecer que en plena campaña electoral se hablara de otras cosas distintas al racarraca de la banderas. Así, Duran Lleida se ha mostrado escandalizado al ver al PSC, ERC e ICV en las manifestaciones, cuando, dice, fueron ellos los que provocaron en Madrid y Barcelona la crisis que nos asola (o asuela)… Ellos fueron, concluyó, los que «dejaron destrozado el país» (o los países, si se prefiere).

Y por esa razón, CiU y PP, cabe interpretarlo, se ven en la obligación de sacarnos del atolladero. Cada cual con su bandera. Haciendo lo que deben, lo que toca, lo que nos salvará… Los extremos se juntan.

Los recortes que CiU y el PP nos han sacudido, por nuestro bien (y por el del PSC, ICV y ERC), son como para entonar un Te Deum de gratitud democristiana. El problema es que, puestos a cantar, al personal le da por los himnos. Y eso altera mucho los ánimos. Por su culpa se ha armado cada una…

La huelga nos deja una campaña detenida, congelada, en stand by. Hasta mañana.

 

13/11

El temporal amaina. Dicen que los empresarios le han pedido a Mas que rebaje la presión. El PP sigue con su campaña. Los demás buscan huevo.

Mañana toca huelga y tal vez sirva para poner otros asuntos sobre la mesa de la campaña.

¿Será posible?

 

12/11

Oriol Pujol ve al Rey como un problema. Tal vez no le falte razón. Pero… ¿él mismo no es un problema? Algo olía a podrido. Ahora el hedor avanza. ¿Por qué unos lo notan más que otros: por costumbre o porque la merda de casa no fa olor?

Mas asegura que los catalanes pagan las pensiones de otras autonomías, pero ocurre que, dice el Gobierno español, el año pasado los pensionistas catalanes recibieron 1.168 millones de euros más de los que aportaron sus paisanos cotizantes.

A Marcelino Iglesias le da por afirmar que el nacionalismo causó 100 millones de muertos en Europa. Tal vez no le falta razón. Pero… ¿la estupidez no provoca catástrofes? Hay especialistas en alentarlas.

Vuelve Mas: «Cuando un país durante tantas décadas ha aportado tanto…». Pero… ¿cabe recordarle que cuando un país durante tantas décadas, más cercanas o más lejanas (incluida la dictadura, que no les resultó ajena) ha recibido tanto…? ¿Es verdad lo uno? ¿Y lo otro? ¿Mas o Menos?

11/11

Los extremos se tocan.

A Mas y Rajoy les abruman los detalles. Lo suyo son las esencias. El catalán, racarraca, «si no nos quieren, que se jodan»; el gallego, racarraca, «nada de convenios, lo nuestro es un sacramento». A tenor de lo que dicen, más vale que los catalanes dejen de comer, no piensen en ponerse enfermos, rechacen viajar, se olvidense del trabajo. Sólo importa o la nación o la patria o ambas cosas que, tal vez, sean la misma.

¿Qué importa s si se recupera el impuesto de sucesiones que retiró Mas, si continúa la reducción del gasto sanitario por encima del 11% que se perpetró en los dos últimos años, si aumentan las listas de espera en un 50% (a punto están), si se expulsan a otros 3.500 profesores (como ya se ha hecho) o si las tasas universitarios suben por encima del 70%, que es lo que  han subido? ¡Qué más da! ¿Acaso las elecciones son para dilucidar esas minucias?

Tienen razón: han llevado las cosas a un punto en el que los extremos obtienen claros beneficios. La opinión los premia Y en ese caso, ¿por qué van a ser ellos responsables si la sociedad tampoco lo es? ¿Acaso cabe exigirles a ellos mayor responsabilidad? Y si fuera así, ¿cabe esperarla?

Sin embargo, algo queda en el aire: ¿por qué la opinión y las sociedad los premia?

 

10/11

Llega Rajoy a la campaña y le espeta a Mas: «un gobernante tiene la obligación de mirar a la gente a la cara y decirle la verdad».

– Tiene toda la razón.

– Pero le falta un espejo. ¿O no?

Mas sigue a lo suyo: «el que quiera que Cataluña inicie el camino a la autodeterminación, sea de izquierdas o de derechas, debe votar a CiU».

– ¿Hay o no, en este discurso, connotaciones o ambiciones totalitarias?

9/11

Pues, sí. En un tiempo en el que está en juego la supervivencia de nuestro estado de bienestar, arranca una campaña electoral con connotaciones ontológicas: la esencia, el ser, para acabar hablando de nación o, vaya usted a saber, de la patria. Esta crisis atrofia las neuronas. Nos transporta del XXI al XIX. ¿El orden de factores, el valor del producto, to be or not to be, dios santo?

Cuando hablan de lengua y de cultura, atiendo: máximo respeto. Cuando lo hacen de historia, da la risa. Por ahí anda Mas aseverando que hace doce siglos Cataluña ya formaba parte del imperio carolingio. ¡Ostras!

– Pues ellos se lo creen.

– Y así nos va.

El País editorializa sin ambages.

– Eso no es posible.

– Bueno, con ambages, sí, porque hay que dar una allá y otra acullá para poder sacudir donde se quiere.

Basta el título para ponerse alerta: Ojo al caudillismo.

A buenas horas, después de tanta templanza o tanto mamoneo, que es lo mismo en laico y sin retintín virtuoso.

El problema puede ser caudillismo o, tal vez, algo peor. Se antoja más parecido al totalitarismo.

– Te repites.

– Como la historia y la morcilla. De mi tierra, por supuesto.

 

8/11 

Decíamos ayer…

 

A modo de prólogo

Sorprendió Rajoy en el Congreso el día que contó el final de su conversación con Artur Mas: “o aceptas el pacto fiscal o atente a las consecuencias”. Sorprendió aún más que Artur Mas no negara la interpretación de Rajoy, sino que la confirmara.

Porque lo que parecía otro chascarrillo del lenguaje rajoyano, entre popular y chusco, fue corroborado por el dirigente catalán, de verbo pulcro y burocrático: “él dijo que Cataluña no estaba maltratada fiscalmente y, a partir de ahí, ya no había más que hablar”.

¿El no había más que hablar era la conclusión o el objetivo? ¿De uno, de otro, de ambos, de ellos y de algunos más?

Los hechos posteriores abonan que decidieron dejar de hablar el día que debían empezar a hablar. Y así las corrientes de opinión que se ha instalado en Cataluña y en el resto de España, cada una a su manera, en su línea respectiva, bajo su propia tendencia, se imponen sin debate.

Los medios cavernarios braman y muchos ciudadanos les atienden. Pero también Duran Lleida deja claro lo que se cuece en la otra banda: “No seré yo quien salga a la calle a (…) echar un cubo de agua fría sobre tantas y tantas personas que han recuperado una ilusión” (…) “Sé que acabaría condenado a la hoguera pública y que desde nuestra propia casa ayudarían a encender el fuego”.

Aunque el tono pueda parecer diferente, en ambos lados se niegan el respeto y el debate. Se impone, pues, el rebuzno… nacional.

 

Decíamos ayer…

 

 

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