Una posición insostenible

«Madre e hijo». Calin Peter Netzer, 2013

Calin Peter Netzer forma parte de una oleada de nuevo cine rumano a la que se pueden adscribir también, aunque con diferentes edades y trayectorias, Cristian Mungiu (4 meses, 3 semanas, 2 días, 2007; Más allá de las colinas, 2012), Radu Mihaileanu (El tren de la vida, 1998; El concierto, 2009), Radu Muntean (Martes después de Navidad, 2010), Catalin Mitulescu (Cómo celebré el fin del mundo, 2006), Cristi Puiu (La muerte del Sr. Lazarescu, 2005; Aurora, un asesino muy común, 2010), entre otros, y que en conjunto combinan planteamientos intimistas con reflejos generalmente desoladores de la realidad de su país tras la caída del régimen criminal de los Ceaucescu.

En este su tercer largometraje, primero que se estrena comercialmente en España, Netzer presenta a Cornelia Keneres, arquitecta de unos sesenta años, siempre enjoyada y enfurruñada, clasista hasta la médula y sobre todo asfixiantemente dominadora fuera y dentro de su casa, donde su marido no pinta nada y es tachado de blando y cobarde, y de la que ha salido huyendo hace poco su hijo Barbu, harto a sus treinta y cuatro años del constante control de su madre sobre todos los aspectos de su vida, que lo ha traumatizado desde la infancia haciendo de él un individuo inseguro, hosco hasta la agresividad y tan incapaz de tomar decisiones como su padre.

Cuando Barbu atropella y mata a un adolescente con su coche, al sobrepasar con mucho el límite de velocidad para efectuar un adelantamiento imprudente, se pone en marcha una doble máquina atroz. Por una parte, los trámites policiales y administrativos que seguramente darán con él en la cárcel durante un tiempo prolongado, y por otra los manejos de Cornelia para impedirlo por todos los medios. Incluidos el afán de entrometerse en todo, el soborno de agentes, el intento de compra de testimonios falsos y, por supuesto, una constante presión sobre su hijo para que haga y diga exactamente lo que ella quiere. Presión insostenible, por cierto, que justifica plenamente el título original del filme, que podría traducirse por La posición del hijo, matiz que en la lacónica versión castellana ha desaparecido.

La alternancia entre esos dos niveles narrativos, el oficial y el familiar, constituye el eje de la película, que alcanzará su máxima intensidad en la estremecedora conversación de Cornelia con Carmen, la joven con la que vive Barbu y que está a punto de abandonarlo por su carácter difícil y lleno de manías, donde brillan de modo especial las dos actrices que las interpretan, Luminita Gheorghui e Ilinca Gola. Después de esa exhibición de sobriedad y eficacia dramática, las últimas escenas, pretendidamente emotivas y abruptamente interrumpidas por un final efectista, son tan lacrimógenas como innecesariamente largas.

Porque Calin Peter Netzer muestra un singular y poco eficaz sentido del tiempo, alargando secuencias que han dado de sí todo lo que contenían, prolongando situaciones agotadas y extendiéndose en la explicación visual y sonora de lo que había quedado claro desde el primer momento. Pero ese defecto no es nada en comparación con el que domina el filme de un extremo a otro: la obsesión por utilizar una cámara en incesante movimiento y cambiando el punto de vista de manera arbitraria, lo que obliga a frecuentes barridos, reencuadres y reajustes de foco que hacen muy difícil un montaje laborioso en su técnica y agotador para el espectador. Sin contrapartida, porque si en algunos casos la cámara móvil puede añadir tensión a lo que se cuenta –recuérdese, entre otros muchos ejemplos, la espléndida Rosetta (1999) de los belgas Luc y Jean-Pierre Dardenne–, cuando se emplea permanentemente no aporta dinamismo a algunos momentos, sino que los banaliza todos. Y sólo debe resultar del gusto de algún cinéfilo envenenado de pseudoteorías, o bien de un jurado de festival, como el de Berlín, que decidió conceder a este ensayo lleno de tics nada menos que el Oso de Oro de 2013, a la vez que lo premiaba también la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (Fipresci). Para echarse a temblar.

Ver trailer 

 

FICHA TÉCNICA

Título original: «Pozitia copilului». Dirección: Calin Peter Netzer. Guion: Razvan Radulescu y Calin Peter Netzer. Fotografía: Andrei Butica, en color. Montaje: Dana Bunescu. Música: Fragmentos de piezas clásicas y populares. Intérpretes: Luminita Gheorghiu (Cornelia Keneres), Bogdan Dumitrache (Barbu), Natasa Raab (Olga Cerchez), Ilinca Gola (Carmen), Florin Zamfirescu (Domnul Fagarasanu), Vlad Ivanov (Dinu Laurentiu), Mimi Branescu (policía), Cerasela Iosifescu. Producción: Parada Film y Hai Hui Entertainment (Rumanía, 2013). Duración: 111 minutos.

 

Para leer otras críticas de cine pulse aquí.

Artículo anteriorY abajo el conformismo
Artículo siguienteUna milonga: este tango no es para viejos