Arturo Pérez Reverte calificó al ex-ministro Miguel Ángel Moratinos de perfecta mierda y, luego, cuando supo que la emoción de la despedida nubló los ojos del hasta entonces jefe de la diplomacia española, durante la sesión del Congreso en la que el Presidente daba cuenta de la crisis de Gobierno, el escritor apostilló que Vi llorar a Moratinos. Ni para irse tuvo huevos. Tras la reacción enojada de muchos ciudadanos, el escritor añadió que si lo llego a saber, insulto a Moratinos mucho antes.
Fernando Sánchez Dragó cuenta en un libro de conversaciones con Albert Boadella cómo conoció a unas lolitas de trece años durante un viaje a Japón, hace ya bastantes años, y cómo tuvo sexo con ellas. La indignación de muchos ciudadanos ha provocado una especie de desmentido que no nada desmiente, puesto que el interfecto asegura que no hubo delito ni culpa, después de haber dicho que el delito y la culpa serían de ellas, y niega haber tenido relaciones ilegales, tras haber afirmado que la mayoría de edad para mantener relaciones sexuales en Japón y en España se fija en los trece años.
No se me ocurre nada a la altura de la estupidez de uno y de la miseria de otro. Por lo demás, perfectamente previsibles.
Hubo un tiempo en el que reclamamos a las gentes del pensamiento y la cultura valor y dignidad para ejercer como referentes morales de los ciudadanos, del conjunto de la sociedad, sobre todo en épocas turbulentas. Pensábamos que el pensamiento y la cultura formaban parte de las actividades más nobles del ser humano.
A lo que parece, en esta sociedad en decadencia, arrasada por los depredadores de las finanzas globales, también existen depredadores de la dignidad y la decencia con ínfulas de adalides del pensamiento libre y la cultura sin tabúes.
¡Pura mierda! Sencillamente repugnante, para quienes queremos una sociedad que no se alimente en el estercolero.
