De lienzo a la pantalla

«Shirley: visiones de una realidad». Gustav Deutsch, 2013

Trece cuadros del pintor estadounidense Edward Hopper, ordenados cronológicamente y por décadas, desde los primeros años treinta hasta los sesenta del siglo pasado, relacionados con importantes acontecimientos producidos en esas mismas fechas mediante la inclusión de ráfagas de noticiarios radiofónicos y acompañados en voice over por las reflexiones de la protagonista, componen el fondo sobre el que se desarrolla la evanescente historia de Shirley, una actriz teatral en horas bajas, que no envejece con el paso del tiempo y que muestra una y otra vez su disconformidad con cuanto ocurre a su alrededor, utilizando frases extraídas de textos de John Dos Passos.

Podría tratarse de un argumento de ficción más o menos convencional, pero el arquitecto, videoartista y desde hace algún tiempo también cineasta austriaco Gustav Deutsch opta por un procedimiento que ha demostrado ya sobradamente su inviabilidad: animar los citados cuadros, como si de decorados reales se tratase, respetando en lo posible sus composiciones, colores y texturas, y haciendo deambular por ellos tanto a la Shirley del título como a Stephen, su pareja más o menos ocasional, y a unos cuantos personajes puramente episódicos.

Son conocidas tanto la influencia del cine, especialmente el cine negro, sobre la obra pictórica de Hopper como la de ésta sobre películas de Hitchcock, David Lynch o Jim Jarmusch, por citar solo tres ejemplos extraídos de una larga lista posible. Pero una cosa es inspirarse en un universo plástico determinado, o incluso en la concepción del mundo de un autor, y otra muy distinta empeñarse en que sus cuadros se muevan. Entre otras muchas razones, porque en pintura, como en todas las artes de la representación estática, quien determina el tiempo de contemplación de una obra es el propio espectador, mientras que en el cine es siempre el director, a través del montaje, y eso hace que la percepción del hecho temporal, de sus posibles significados y de sus potencialidades expresivas sean radicalmente diferentes y nos atreveríamos a decir que incompatibles.

Así, las escenas de Shirley: visiones de una realidad se suceden con una morosidad que las vacía de contenido, y los personajes vagan por esos decorados artificiosos como fantasmas, pero no en el sentido espectral que hubiera podido dar el pintor a algunas de sus figuras femeninas, sino en el de auténticos zombis desprovistos de cualquier capacidad de comunicación. Por mucho que Gustav Deutsch se esfuerce en añadir multitud de referencias literarias, teatrales y cinematográficas, tratando en vano de dotar de densidad cultural a su artefacto. Porque eso es fundamentalmente la película: un objeto primorosamente construido por un director con demasiado evidentes ínfulas de autor, que ha escrito el guion, firmado la realización, elaborado el montaje y hasta se ha encargado de la dirección artística. Y que cuando abandona por un momento las alturas de sus etéreas elucubraciones, para utilizar algo tan concreto y tantas veces estudiado como el mito de la caverna de Platón, por ejemplo, muestra todas sus carencias: basta recordar el partido audiovisual y reflexivo que sacó de ese mismo texto Bernardo Bertolucci en Il conformista (1971), con la ayuda del excepcional director de fotografía Vittorio Storaro, en una sombría habitación del triste apartamento parisino del profesor de Filosofía Luca Quadri, exiliado del fascismo mussoliniano.

Resumiendo: a base de guiños autosuficientes y alusiones eruditas, Gustav Deutsch parece querer incorporarse plenamente ya a esa creciente oleada de artistas audiovisuales que gustan de elaborar productos refinados con destino a los museos, para deleite de verborreicos y banales comentaristas de eso que ellos mismos deciden que es arte contemporáneo… a costa de contribuir a que se vacíen aún más las salas de cine.

 

 

FICHA TÉCNICA

Título original: «Shirley. Visions of Reality». Dirección, Guion y Montaje: Gustav Deutsch. Fotografía: Jerzy Palacz, en color. Música: Christian Fennesz. Intérpretes: Stephanie Cumming (Shirley), Christoph Bach (Stephen), Florentin Groll, Elfriede Irrall, Tom Hanslmaier, Tarina Gurtner Vargas. Producción: KGP Kranzelbilder Gabriele Production (Austria, 2013). Duración: 93 minutos.

 

Artículo anteriorLos infiernos de la infancia
Artículo siguienteRacismo británico