Lo dijo Strauss-Kahn: “En definitiva, el empleo y la igualdad son los pilares de la estabilidad y la prosperidad económica. Esto está en el corazón del mandato del FMI. Se debe colocar en el corazón de la agenda política”.
Alguien tan digno de crédito como Joseph E. Stiglitz concluye: “Strauss-Kahn está demostrando ser un líder sagaz del FMI. Sólo nos queda esperar que los gobiernos y los mercados financieros prestan atención a sus palabras”.
El mismo día en que se publicaba el comentario de Stiglitz ya estaba detenido.
El caso Asange palidece ante el caso Strauss-Kahn. Habrá tiempo de tener algo más claro. Hoy, sobre quienes confiaron en el máximo dirigente del FMI, en el aspirante a la presidencia francesa, pesa la losa de la ruina.
Y la constancia de que se encontraba alojado en una suite con vestíbulo, sala de conferencias, salita, dormitorio y dos baños: tres mil dólares la nuit.
