
Tenía razón el conseller Francesc Homs cuando dijo que, con la abdicación, el ex-Rey trataba de «mantener el negocio familia». Él sabía por qué lo decía. Ellos saben de eso. Otros podíamos intuirlo, aunque más imbuidos por la maledicencia a la que nos obligan que por la certeza que da el estudio.
El negoci se aprende en casa. Lo explica Francesc Valls sin magnificar (ni siquiera cuantificar) el volumen del patriotismo que el patrimonio proclama. O el volumen del patrimonio que el patriotismo proclama. O sea, el lío. Nada lo explica mejor que el molt honorable president Pujol.
