
Escucho a Marcelino Iglesias hablar de “nuestros votantes” como si se tratara de una propiedad, de un numerus clausus o de un grupo predestinado, en todo caso cuantificable y, en el fondo, inamovible. Así se expresan quienes se creen los dueños y quienes los interpretan. Y así surge la normalización del término y del concepto. Demos la razón, pues, a los del 15M, que plantean otra cosa.
Como ése es, ya digo, un asunto cotidiano, me detuve en otro. Cuando el periodista le preguntó si el partido debe girar hacia la izquierda, el secretario de organización del PSOE respondió que “tenemos que examinar qué es lo que nos piden los votantes”. Puro marxismo: “Éstos son mis principios, pero, si no le gustan, tengo otros” (Groucho).
Tal vez por la misma razón IU hace un recuento entre sus afines para saber si debe apoyar la elección del PSOE o la del PP en Extremadura.
Decía Montesquieu: “La descomposición de todo gobierno comienza por la decadencia de los principios sobre los cuales fue fundado”. ¡Adelante!
