Homenajes pendientes

Malala Yousafzai

Los talibanes la dispararon en la porque escribía en un blog para defender su derecho a estudiar.

A esta muchacha paquistaní, de 14 años, habrá que llevarla para siempre en la memoria y en el corazón. Representa un ideario: educación, opinión, libertad. En sus circunstancias, a su edad, ¿cabe mayor lucidez y mayor atrevimiento?

Sin embargo, mejor no convertirla en poster, esperar que se reponga, verla crecer…

Para que sea el símbolo íntimo de quienes luchan contra la opresión de los regímenes totalitarios (muchos más de los que así reconocemos), pero también de quienes reclaman medios y estímulos para la educación, que es, en todo caso, el mejor instrumento para reivindicar y conquistar la propia libertad.


María Santos Gorrostieta

36 años. Médico, tres hijos, viuda. Asesinada.

Alcaldesa de Tiquicheo, un pequeño pueblo a dos horas y media al sur de Morelia, en el estado de Michoacán (México), de 2008 a 2011.

Los narcos atentaron contra ella en octubre de 2009. No murió. Su esposo, sí. Ella sufrió graves heridas ques evidentes secuelas en su carne. No tuvo inconveniente en mostrarlas.

Abandonó la alcaldía. No la lucha.

Y su ejemplo se transformó en un testimonio extraordinario de dignidad, al más duro de los precios. Sus enemigos la esperaron, la secuestraron, la asesinaron entre el 12 y el 15 de noviembre de 2012.

Hay situaciones que exigen unas dosis extremas de generosidad. Y hay quienes en esas situaciones no ponen límites a su grandeza.

María Santos Gorostierra lo dijo así: “A pesar de mi propia seguridad y la de mi familia, tengo una responsabilidad con mi pueblo, con los niños, las mujeres, los ancianos y los hombres que se parten el alma todos los días sin descanso para procurarse un pedazo de pan…; no es posible que yo claudique cuando tengo tres hijos a los que tengo que educar con el ejemplo”.

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