Amigo peculiar

Me lo ha dicho un amigo: las encuestas no sirven, la lógica impone un criterio superior al de los sondeos, la ciudadanía no puede someterse al imperio de la sinrazón. Dice él:

Si Zapatero decidiera retractarse y concurrir a las próximas elecciones generales, estaría en condiciones óptimas de alcanzar la mayoría absoluta que hubiera deseado en sus dos éxitos electorales precedentes.

Argumenta. Todo lo que Zapatero ha hecho en su última etapa coincide con lo que se supone que desean los votantes del PP. Por el contrario, Rajoy deambula entre Pinto y Valdemoro sin atreverse a explicar que sus acciones no diferirán de lo que hace el perverso ZP salvo en un tanto más de tomillo y un poco menos de perejil. Por eso, como no tiene valor para decir la verdad, reparte afirmaciones solemnes y vacuas, para proclamar su antagonismo, pero esa actitud acabará por estremecer a sus correligionarios: ¿a dónde quiere llevarles, si ellos están de acuerdo con el rumbo del maligno Zapatero?

Por eso, lo más lógico es que, salvo unos pocos desubicados, los habituales del PP votarán unánimemente al actual presidente.

Los tradicionales votantes del PSOE podrían experimentar un proceso inverso y, no reconociendo a Zapatero como propio, deberían negarle su respaldo. Sin embargo, dado el despiste ideológico en el que habitan, no se debe descartar que aún pueda recabar importantes apoyos. Suficientes, dado el previsible respaldo mayoritario del PP, para llegar a la mayoría absoluta.

¡Quién se lo iba a decir! La crisis le ha trasmutado en un líder de concentración nacional, concluye mi amigo.

Estrambote. Si se arrepintiera de algunas amistades de juventud (feministas, gays y lesbianas, abortistas, gentes de mal vivir y mal morir), el Vaticano le ofrecerá bizcochos, indulgencias y un posible compromiso de beatificación. A fin de cuentas, Ratzinger también cambió de opinión.

Estados Unidos, por su cuenta, ya ha anunciado que en su próxima visita a al imperio le invitarán al té.

¿Tendrá mi amigo razón? Hay aspectos en los que, desde luego, no le falta razón.

 

Artículo anteriorQue pague ella
Artículo siguienteIgnominia