«El sueño de Ellis». James Gray, 2013
El problema de las migraciones fue desde muy pronto uno de los grandes temas del cine, y la llegada de europeos a Estados Unidos en distintas épocas, en concreto, uno de los filones explotados con mayor frecuencia y en tonos muy diferentes. Ya Chaplin llegaba en 1917 al pie de la Estatua de la Libertad, vestido de Charlot, en un mediometraje titulado El emigrante (The Immigrant), que es el título original de este quinto largometraje de James Gray, neoyorquino con orígenes ucranianos. Lo que alguien debería explicar es por qué para su estreno en España se ha elegido otro tan insensato como El sueño de Ellis. Primero, porque las islas no sueñan y Ellis es la isla a la que llegaban los inmigrantes, para ser sometidos a rigurosos y a veces arbitrarios controles antes de poder entrar en el supuesto paraíso, este sí, soñado. Y segundo porque, siendo mucho más parecida a un presidio que a otra cosa, cualquier fantasía relacionada con la isla de Ellis no podría ser jamás un sueño, sino una pesadilla. ¿Les suena Melilla, por ejemplo?
Y en la breve descripción de ese infierno radica lo más interesante y creíble de la película: la brutalidad de la policía, en la frontera y más allá de ella; su venalidad, que lleva a sus integrantes a aceptar unos billetes de cualquier mafioso de tres al cuarto por saltarse las leyes, seguramente injustas pero cuyo cumplimiento deberían garantizar. Lo demás… lo demás es un dramón sentimental que suena a mil veces visto, alargado sin necesidad hasta las dos horas de duración, interpretado por una Marion Cotillard que con su eterna cara de pena no necesita esforzarse para interpretar su personaje y un Joaquin Phoenix, actor favorito del director, empeñado en imitar a Marlon Brando sin demasiada fortuna.
Así las cosas, lo que llama poderosamente la atención de El sueño de Ellis es su magnífica fotografía, que bordea el preciosismo esteticista y puede resultar algo cargante, pero desde el punto de vista técnico demuestra una vez más, por si hiciera falta, la absoluta maestría de ese genio de la luz que es el iraní Darius Khondji, director de fotografía de obras tan variadas y características de la versatilidad de su estilo como Delicatessen (1991), de Jeunet y Caro; Belleza robada (Stealing Beauty, 1996), de Bernardo Bertolucci; Todo lo demás (Anything Else, 2003), Midnight in Paris (2011) y A Roma con amor (To Rome with Love, 2012), de Woody Allen; My Blueberry Nights (2007), de Wong Kar-wai, o Funny Games (2006) y Amour (2011), de Michael Haneke, entre otras muchas. Y que en este caso dice haberse inspirado en las conocidas placas autocromas, patentadas por los hermanos Lumière a principios del siglo XX y que fueron el primer ensayo de fotografía en color, a base de incorporar gránulos coloreados de almidón o fécula de patata a la emulsión fotosensible que se extendía sobre la placa de cristal.
Aparte de esa exquisitez, poco puede contarse de El sueño de Ellis: dos jóvenes hermanas polacas, Ewa y Magda Cybulska, llegan en 1921 a la isla maldita, donde la segunda queda retenida porque padece tuberculosis. Obsesionada con librarla de ese encierro, la tímida y muy religiosa Ewa hará todo lo posible por rescatarla, rindiéndose a las exigencias del proxeneta Bruno Weiss, que le promete sobornar a los policías y sacar a Magda de allí, pero que entre tanto se enamora de Ewa y no soporta que Emil, más conocido como Orlando el Mago, la quiera también.
Nada que no se haya contado mil veces, bajo las coberturas argumentales más diversas, y nada que añadir, sobre el hecho de la emigración a Estados Unidos, a los sugerentes y también muy distintos relatos presentados por, entre otros muchos, Elia Kazan en América, América (1963), el sueco Jan Troell en el espectacular díptico Los emigrantes (Utvandrarna, 1971) y La nueva tierra (Nybbygarna, 1972)), los hermanos Paolo y Vittorio Taviani en el fascinante Buenos días, Babilonia (Good Morning, Babylonia, 1987), el serbio Goran Paskaljevic en La otra América (Someone’s Else America, 1995), o el mismísimo Francis Ford Coppola en la segunda parte de El padrino (The Godfather. Part II, 1974), sin ir más lejos.
FICHA TÉCNICA
Título original: «The Inmigrant». Dirección: James Gray. Guion: James Gray y Richard Menello. Fotografía: Darius Khondji, en color. Montaje: John Axelrad y Kayla Emter. Música: Chris Spelman. Intérpretes: Marion Cotillard (Ewa Cybulska), Joaquin Phoenix (Bruno Weiss), Jeremy Renner (Orlando / Emil), Dagmara Domincycz (Belva), Jicky Schnee (Clara), Yelena Solovey (Rosie Hertz), Maja Wampuszyc (Edyta Bistricky), Ilia Volok (Wojtek Bistricky). Producción: Worldview Entertainment, Keep your Head y Kingsgate Films (Estados Unidos, 2013). Duración: 120 minutos.
