
LA DOMA
En un caserío perdido entre el mar y la montaña, a centenares de kilómetros de Estambul, viven cinco hermanas huérfanas, entre niñas y adolescentes, criadas y al mismo tiempo vigiladas por su abuela y su autoritario y brusco tío Erol. Un incidente sin importancia, cuando juegan con unos chicos en la playa al salir de clase, desencadena los rumores maliciosos de la vecindad y hace que caiga sobre las jóvenes todo el rigor de una supuesta educación moral que tiene más de adiestramiento por la fuerza y de auténtica domesticación que de iniciación al conocimiento de la vida. Así, las cinco chicas, como alegres potrillas asilvestradas a las que hace alusión el título, se verán encerradas en la casa, enjauladas, sometidas a duros castigos, a la espera de que un hombre de cualquier edad las pida en matrimonio, sin contar para nada con su consentimiento.
Así de duro es el planteamiento que la directora turca Deniz Gamze Ergüven, formada cinematográficamente en Francia, hace en su primer largometraje, con la colaboración en el guion de la parisiense Alice Winocour, más experimentada y también realizadora hasta el momento de tres cortos y dos largos. Es cierto que esa dureza de fondo queda hasta cierto punto suavizada por un tratamiento formal delicado, ajeno en todo momento al tremendismo que cabía temer tratándose de un tema tan dramático y que parece no ofrecer salida alguna digna a las protagonistas.
Para conseguirlo, las autoras utilizan un procedimiento consistente en convertir a la más pequeña de las hermanas, una niña todavía, en narradora de la historia, adoptando su perspectiva como la fundamental del relato, aunque se nos cuenten también algunas cosas que escapan a su percepción. Con ello tratan de justificar asimismo, sin lograrlo del todo en varias ocasiones, ciertas ingenuidades de guion que rozan lo inverosímil o lo puramente reiterativo, y que poco o nada añaden a lo ya sabido por lo que se nos va contando. Así, varias situaciones complicadas encuentran una resolución más propia de la imaginación infantil que del tono realista que adopta la película en su conjunto. Aunque es de destacar la velada alusión final a que la educación, en el mejor sentido del término, podría ser la única solución de los problemas que se describen.
Por otra parte, la directora recurre con demasiada frecuencia, como consecuencia quizá de su formación académica, a mecanismos cada vez más de moda y que parecen representativos del colmo de lo moderno en el terreno audiovisual: los movimientos de cámara incesantes, con molestos barridos en busca del rostro de los personajes, así como una saturación de la banda sonora a base de ruidos y gritos, que es muy discutible aporten la tensión que se pretende.
Más allá de posibles referencias a películas como Las vírgenes suicidas (The Virgin Suicides, 1999), de Sofia Coppola, o a obras de teatro inmortales como La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca –a la que la directora ha aludido en alguna entrevista–, Mustang tiene, gracias en parte a unas excelentes interpretaciones de todo el reparto, el mérito indudable de acercarnos con mirada crítica a una sociedad tan contradictoria como la turca, teóricamente más abierta que muchas de las que la rodean en el entorno islámico, pero que mantiene en el fondo posturas ancladas en el integrismo religioso más cerril por lo que se refiere al sexo, a la condición de la mujer y a un concepto tradicional tan aberrante como el del honor, entre otras lacras difíciles de superar.
Turquía, no es posible olvidarlo en estos momentos, ha sido precisamente la elegida por la rancia y egocéntrica Europa como aliado sobre el que descargar el terrible problema humano y social de los millones de refugiados que vagan por el continente, a cambio de una determinada cantidad de dinero y, sobre todo, de mirar hacia otro lado frente a la constante violación de los derechos humanos más elementales, llegando hasta el extremo de eludir esas cuestiones para facilitar su próxima entrada en la Unión. Una vergüenza más, imputable a esos dirigentes sin principios ni rastro de ética, solo preocupados por defender los privilegios de sus clases dominantes y a quienes seguramente habría que domar de verdad, a latigazos si fuera necesario.
FICHA TÉCNICA
Dirección: Deniz Gamze Ergüven. Guion: Deniz Gamze Ergüven y Alice Winocour. Fotografía: David Chizallet y Ersin Gok, en color. Montaje: Mathilde van der Moorten. Música: Warren Ellis. Intérpretes: Günes Sensoy (Lale), Doga Zeynep Doguslu (Nur), Tugba Sunguroglu (Selma), Elit Iscan (Ece), Ilayda Akdogan (Sonay), Nihal G. Koldas (abuela), Ayberk Pekcan (Erol), Bahar Kerimoglu (Dilek). Producción: CG Cinéma, Vistamar Filmprod., Bam Film, Uhlandfilm (Turquía, Francia, Alemania y Qatar, 2015). Duración: 97 minutos.
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