
Día 25. Cantautores
Conste. Por pura casualidad me entero del último disco de Pedro Guerra. En realidad, son dos, y muy distintos, aunque se presenten y aparezcan juntos. Arde Estocolmo es un trabajo de autor, del cantautor. 14 De ciento volando de 14, hace referencia al soneto y a Lope de Vega y, más cerca, a una colección de poemas de Joaquín Sabina musicados por el compositor canario, y es fruto de un trabajo de producción formidable del propio Guerra, en el que reúne hasta una treintena de cantautores. Llevo dos días con su banda sonora.
Hace unos días acudí al concierto de otro de mis recurrentes, Javier Ruibal. Entre un auditorio de tercera edad, del que no pude sentirme ajeno por razones obvias, comprobé que los cantautores y la cançó nos marcaron la época. Y para qué negarlo.
Día 17. Vergüenza
Me lo cuenta un amigo.
Él, pequeño empresario, recibió hace un par de meses una notificación de Hacienda. Antes de abrir el certificado, se reconoció inquieto: temía haber cometido alguna incorrección, no haber satisfecho lo que debía, estar involucrado en un asunto siempre enojoso y engorroso.
Hacienda le comunicaba que una de las personas que había trabajado en su último proyecto no se encontraba al corriente de pagos con la recaudación pública. Era un joven, con trabajos esporádicos, escasamente retribuidos, que apenas adeudaba 300 euros. El empresario quedaba advertido de que, en caso de tener algún asunto pendiente con el trabajador en cuestión debería saldar con Hacienda la deuda pendiente antes de abonarle sus derechos.
Mi amigo lamentó la situación de aquel muchacho, profesional ejemplar, excelente compañero, trabajador intermitente y precario. Pero toda la relación laboral estaba concluida. Injusta la vida y, tal vez, injusta también la propia Hacienda.
Hace un par de días el mismo amigo recibió una nueva notificación de Hacienda. Antes de abrir el certificado, volvió a reconocerse inquieto: temía haber cometido alguna incorrección, no haber satisfecho lo que debía, estar involucrado en un asunto siempre enojoso y engorroso. O, tal vez, que volvieran a insistir sobre los 300 euros pendientes de aquel colaborador.
En esta ocasión Hacienda le comunicaba que otra de las personas que había trabajado en su último proyecto no se encontraba al corriente de pagos con la recaudación pública. Esta vez se trataba de uno de los personajes centrales de la actividad, uno de los que marcaban la imagen y la proyección pública de la iniciativa, bien retribuido por muy distintos conceptos, un tipo beligerante en público contra la corrupción y activo defensor de la dignificación de la política y la redistribución de las rentas, pese a lo cual su deuda con Hacienda era cuantiosa, injustificable.
El pequeño emprendedor ha pensado en renegar de su proyecto, en ocultar el nombre de su colaborador o, al contrario, denunciar en público el fraude cometido –Hacienda aparte– contra la dignidad de una iniciativa que propugnaba valores solidarios, carente de siglas y desplantes ejemplares, pero ajeno a la impostura.
Día 11. Tarde
Intelectuales, artistas, periodistas, ciudadanos… reclaman un gobierno a tres bandas. ¿Aún hay tiempo? Todo hacía suponer que habíamos entrado en otro tiempo. Fueron los partidos quienes rompieron sus plazos. Les interesaron otros méritos. Este Lagar no escapó del frenesí de las expectativas y las decepciones. Véanse, por ejemplo: No hay otra: pacto a tres, Una oportunidad entre tres, En esa tesitura ¡votemos!
¿Hay posibilidad de recuperar el tiempo? ¿Y las heridas?
Día 5. Veraces
Están sentados en el suelo, detrás de unos carteles en los reclaman una limosna. Por caridad o lo que sea. Entre los mendigos de la madrileña calle Montera, lugar tradicional de chulos y trileros, parecen más aseados de lo habitual . Hippies con pedigrí y alguna dependencia, pensé. Me sorprendió la profusión de carteles tras los que se amparaban. Me quedé mirándolos:
– La verdad por delante.
El grito parecía dirigido al mirón y comprobé que eso era exactamente lo que pregonaban sus letreros: “Por lo menos, sinceros”, “Aquí no se engaña”. Seguí leyendo: “Para vino”, “Para más cervezas”. En otras ocasiones han reclamado la contribución de los viandantes para güisqui o porros. Esta mañana se conformaban con lo básico, tal vez porque el síndrome del pacto de gobierno que no llega haya afectado a las expectativas de la economía social e incluso de la colaborativa.
No sé cómo les irá el crowfounding en medio de aquel zoco tan concurrido y tan abierto a cualquier imprevisto. Me quedé con ganas de preguntárselo. Entonces supe que, entre sonrisas y veras (el lema del negocio), pedían por una foto cerca de 300 euros.
Es posible que los bárbaros holandeses que humillaron a mujeres árabes en la Plaza Mayor de Madrid, haciéndolas arrastrarse por el suelo a cambio de unas monedas, tal vez invitaran a los mendicantes –veraces y quizás nórdicos– de la calle Montera a su fin de fiesta etílico.
