
Pasan los días. Nada ocurre, todo se espera. Las encuestas influyen, pero ellas solas no resuelven el futuro.
Este tiempo está marcado por dos fechas: se decide entre el 29 de febrero y el 2 de mayo.
Entre dos anomalías: la primera se refiere exclusivamente al calendario; la segunda, al fervor patriótico.
La primera es un apósito, se sobrelleva. La segunda, quién sabe, remite a aquellos polvos de los que vinieron unos lodos que por momentos se convierten en este barro.
Ahí vivimos.
