“Hacienda denuncia al alcalde de Santiago por defraudar 300.000 euros”.
– ¡Otro!
Conocí a Gerardo Conde por motivos profesionales. Era portavoz del PP en la Comisión parlamentaria de Control de RTVE. Me dijeron que se trataba de un personaje conservador, tal vez vinculado al Opus y moderado en su tono; todo un avance con relación a su predecesora, Macarena Montesinos.
Sin embargo, a Gerardo Conde se le demandaron sus huestes y el ambiente de las comisiones se fue enfangando, hasta que él mismo desapareció sosegadamente, sin ruido. Le sustituyó uno de sus bárbaros, Ramón Moreno. Entre Macarena y Ramón, Conde Roa pareció un señor.
– A su partido, no.
El PP le envió a conquistar el Ayuntamiento de la capital gallega y Santiago le bendijo en las elecciones municipales. La alcaldía compostelana podía acomodarse mejor a su tono y, por lo que ahora sabemos, a sus ambiciones. Porque ahora descubro que este hombre, no sé si de la Obra, le agradan sobremanera las buenas obras, las que se saldan con pingües beneficios y guardan relación con la actividad inmobiliaria, más o menos especuladora o especulativa.
Hacienda y la fiscalía, que ya le persiguieron años atrás, vuelven tras sus pasos por culpa de su desmemoria, la que le impide pagar impuestos, aunque no aminore su celo y predisposición inmobiliaria. O sea, el hombre prudente y mesurado, conservador con modales, atesoraba un currículo.
– ¿Alguien puede creer que el PP no sabía nada de esto?
– Imposible.
