Cabos sueltos: verdad, justicia y política

El presidente que negó haber recibido regalos de nadie, acabó arguyendo que eran unos detallitos que merecía en tanto que máximo responsable del partido. Sus otros compañeros de militancia y gobierno adujeron otras excusas. El juez no les ha creído. ¿Y eso qué importa?

El senador se fue a la sauna, el calor y el alcohol le afectaron al cerebro y acabó peleándose con la policía, que así lo contó; el parlamentario aseguró que lo uno y otro eran mentiras y el único humillado, él. ¿Mientras resuelve la justicia el parlamentario seguirá al cobijo de la sauna o de su cargo?

La atleta acusada por la guardia civil, aunque exculpada por la justicia, no negó haber consumido sustancias dopantes, sólo exhibió la resolución judicial que, en ese ámbito, la exonera. Sus colegas deportistas no saben qué hacer o dónde meterse. ¿Por qué será?

Strauss-Kahn , sus detectives y abogados millonarios, han puesto al fiscal en un brete y pondrán al jurado al borde de la irracionalidad, pero el rico y derrochador dirigente francés pagará sus excesos. Puede hacerlo en euros.

¿Quién puede defender la verdad sin transformar la justicia? ¿Quién puede defender la justicia sin reformar la política? ¿Quién puede defender la verdad sin cambiar la sociedad (o, al menos, intentarlo)?

 

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