Comunidades de vecinos

«En un patio de París». Pierre Salvadori, 2014

Tras abandonar por puro hastío vital el grupo musical con el que colaboraba, Antoine le Garrec encuentra trabajo como portero de un edificio parisino cuyos habitantes tienden a la extravagancia: la generosa y acogedora Mathilde, ya jubilada, está obsesionada con una grieta que ha aparecido en la pared de su habitación y cree que puede ser anuncio del hundimiento del inmueble y quizá de medio barrio. Su marido, de aspecto más razonable pero también extraño, está harto de sus fantasías, le hace poco caso y la amenaza con internarla en una residencia. En otro piso vive un antiguo futbolista de éxito, cuya carrera se truncó por culpa de una lesión y ha caído en la adicción a las drogas, empeñado en acumular bicicletas para venderlas, no se sabe a quién ni cómo. Eso provoca la irritación de otro vecino, fabricante de aparatosas maquetas y empeñado en que oye voces y ladridos, a los que trata de responder aullando como un perro. Y así hasta completar la pintoresca galería de moradores del patio que da nombre a la película, y que es de París, desde luego, pero en el título original no se especifica, para facilitar una mayor generalización, probablemente.

Por si faltaba algo, aparece por la portería un vendedor ruso de propaganda de una secta religiosa, acompañado por el perrazo en cuestión, y obliga a Antoine a introducir sus folletos en los buzones, ofrecer unos libros a los vecinos y cuidar clandestinamente del animal, enfureciéndose cuando intenta negarse a hacerlo. Porque Antoine, cincuentón y corpulento, padece frecuentes depresiones que trata de combatir con cocaína, lo que le produce nuevas alteraciones, y es sobre todo un individuo conformista, incapaz de decir que no –aunque algún arranque de genio permite adivinar que ha llegado a ser así por algunas experiencias anteriores– y dispuesto a colaborar en todo lo que le pidan, sin poder evitar, no obstante, los conflictos que provocan los demás con sus exigencias contradictorias.

Con estos elementos y muy pocos más ha elaborado el franco-tunecino Pierre Salvadori –guionista y director de media docena de comedias ligeras y más o menos disparatadas– un fresco de personajes y situaciones cotidianas, sin demasiado interés salvo cuando las desmadra hasta el extremo de la caricatura –como la jocosa y típica reunión de la comunidad de propietarios provocada por Mathilde y una amiga de ocasión– y engarzadas a medias en un guión deslavazado que pretende hablar de la soledad, la incomunicación, la cercanía de la ancianidad y otras posibles causas de otras tantas variedades de neurosis incubadas en el patio trasero de una sociedad se supone que moderna, cosmopolita, y que no encuentran remedio en ese microcosmos cerrado. Demasiadas pretensiones para una historia pequeña, que no ofende pero tampoco engancha, que describe a brochazos rasgos perfectamente reconocibles en cualquier colectividad y que se apoya con demasiada claridad en la fama o la eficacia de sus intérpretes, encabezados por una discreta Catherine Deneuve en el papel de Mathilde, junto al eficaz y contundente Gustave Kervern como Antoine y al sobrio Feodor Atkine –recordado en España, entre otras actuaciones, por la de marido de Mercedes Sampietro en el Werther (1987) de Pilar Miró–, esta vez como pareja de Mathilde.

Películas como ésta podrían hacerse muchas, y seguramente más interesantes, si las actuales autoridades españolas en la materia –lerdas como pocas, enemigas de la cultura y esclavas sumisas de las que mandan de verdad, que son las económicas y sus compinches privados– se atrevieran a mantener un sistema de protección de nuestro cine, y nuestra cultura en general, siempre a años luz del que han tenido constantemente las francesas, fueran del signo político que fueran. La tal Europa no es una unión de criterios, sino un camelo para engañar a incautos.

 

 

 

FICHA TÉCNICA

Título original: «Dans la cour». Dirección: Pierre Salvadori. Guion: Pierre Salvadori y David Léotard. Fotografía: Gilles Henri, en color. Montaje: Isabelle Devink. Música: Grégoire Hetzel y Stephin Merritt. Intérpretes: Catherine Deneuve (Mathilde), Gustave Kervern (Antoine le Garrec), Féodor Atkine (Serge), Pio Marmaï (Stéphane), Michèle Moretti (Colette), Nicholas Bouchaud (Laurent), Oleg Kpchik (Lev), Garance Clavel (ex de Antoine). Producción: Les Films Pélleas, France 2 Cinéma, Delta Cinéma y Tovo Films (Francia, 2014). Duración: 97 minutos.

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