
Hoy es el día. ¿Cómo contamos ahora? ¿Hacia adelante o hacia atrás?
Falta 1 día
… jornada de reflexión.
Hoy toca, pues, cavilar, meditar, deliberar. Un día absurdo por decreto. ¿A qué viene esto? ¿Por qué imponer la afonía –el silencio resulta imposible–, como si las decisiones no pudieran adoptarse en medio del tumulto e incluso de las turbulencias que unos y otros nos producen?
Tal vez así quienes nos protegen para controlarnos quieran sentir que ellos son lo único importante y que todos los demás debemos dedicarles por entero este sábado otoñal, tras haber tratado de escondernos, o de huir, durante la campaña de sus eslóganes sin discurso y, muchas veces, sin siquiera panfleto.
Hoy es un día absurdo. Los usos de la política se oponen al raciocinio y, por tanto, a la reflexión. Imponen decisiones estomacales o diarreicas. Por eso fijan un día sin ver y oír, y mucho menos oler, saborear, tocar.
El único día importante llegará mañana, porque habrá que decidir. En primer lugar, si asumir la supuesta obligación cívica del voto, porque algún aspecto de la vida en común puede cambiar en función de la responsabilidad otorgada a unos y a otros. En segundo, a quién elegir para que esa vida en común mejore en alguno de los asuntos relevantes para el ciudadano votante.
No se me ocurre otra manera de plantear la decisión fundamental del voto y la elección de la papeleta a elegir.
Entre la abstención y el voto
Defiendo el derecho a la abstención: me parece legítimo que alguien pueda pensar que la oferta electoral, e incluso el mismo proceso, de ninguna manera puede satisfacer las expectativas o las necesidades ciudadanas. Y defiendo la posibilidad de que quienes se sobreponen a la tentación de la abstención ética acudan a las urnas simplemente porque no todo es igual o porque mancharse en la mediocridad a nuestro alcance puede tener siquiera algún efecto paliativo. Y defiendo también a quienes, aceptando lo que hay, optan con plena convicción por el voto, sin restricciones mentales o morales, para conducir a la sociedad por el mejor rumbo posible.
Los abstencionistas radicales y los convictos democráticos (evito, por peyorativo, el término conversos democráticos y, por excesivo y excluyente, el de demócratas convictos) pasan una jornada electoral tranquila e incluso gozosa.
Los relativistas lo tienen (o lo tenemos) más crudo frente a su propio dilema: un día inquieto y cuatro años tranquilo o un día tranquilo y cuatro años inquietos. En realidad, también cabe, de lo malo, lo peor: cuatro años y un día inquietos e intranquilos.
En los últimos años (casi todos, desde que perdimos la fe) quienes militamos en convicciones políticas sin necesidad de certezas partidistas nos hemos debatido en esa disyuntiva ética y estética.
Por eso, para empezar, debemos decidir si cumplimos con el deber brechtiano de enfangarnos: votar al menos malo, al que apenas nos ofrece un cuarto de esperanza y medio quilo de dudas o al que anuncia bienaventuranzas pese a carecer de influencias en el paraíso o al que nos alivia por razones a duras penas explicables… O sea, inquietud con o sin voto.
Una decisión inquietante
Entre los votantes, pues, sólo los afines a alguna de las opciones en litigio zanjan la jornada tranquilos.
Los demás titubeamos, acudimos a trompicones a la mesa electoral, sentimos el deseo de escapar tras las cortinas de la cabina, dudamos acerca de si romper la papeleta o el sobre, procuramos taparnos la nariz, al tiempo que nos sentimos atrapados por una responsabilidad superior y ajena. El día, así, se nos antoja más o menos inquieto, según la tranquilidad que nos provoque el regusto de la solidaridad y el enfangamiento.
El recuento decidirá el devenir de los cuatro años siguientes. Si la papeleta aúpa al ganador, este votante inseguro, rebelde, dubitativo deberá afrontar cuatro años de profundas decepciones, de decisiones no previstas y a veces injustificables, de leyes mediocres o, aún peor, indeseables; y todo ello justificado por el voto depositado entre cristales.
Sólo si la papeleta no avala al triunfador, el ciudadano que fue votante podrá proclamar, siquiera ante sí mismo, su inocencia respecto a las decisiones que se impongan. El perdedor tiene más posibilidades de sobrevivir tranquilo, aunque a costa del fracaso de una decisión que tanto le costó tomar.
En esta ocasión muchos de los que caminamos por esa senda dubitativa -nuestro voto no será el principal responsable de lo que se nos viene encima– nos vamos a quedar tranquilos por cuatro años tras nuestra decisión. Tranquilos, mas no callados. Porque no renunciamos a ver, oír, oler, saborear y tocar.
Tampoco renunciamos a reflexionar, aunque no sea en el día ni con los modos que gustan a los que siempre ganan.
Haberlos, haylos.
Faltan 2 días…
… pero Rubalcaba no descansa. Nunca ha descansado. Es un táctico impenitente, un político de trastienda, dotado de una inteligencia reconocible y de una capacidad dialéctica admirable. O sea, un ser superior en el ámbito en el que ejerce, el de la política; entre otras razones, porque no descansa: o Rubal o laburo, le escuché a un uruguayo interesado por la política española y el palíndromo.
Hoy es su día: entrevistas por doquier con las mismas preguntas y respuestas idénticas, en conceptos y en palabras. Todo repetido, calcado. ¿Son tan obvias las preguntas y el modo de formularlas o tan previsibles y rutinarios los entrevistadores?
En cualquier caso, el discurso de despedida del candidato (en poco tiempo saldremos de dudas respecto a la magnitud del adiós) demuestra su capacidad para articular un discurso razonable sin renunciar a la intriga, centrífuga y centrípeta. Lo lleva en la sangre, como el escorpión.
Tal vez no haya en campaña un relato más coherente y atento a la realidad que el propuesto por el candidato socialista, pero su incapacidad para levantarse del suelo es directamente proporcional al lastre que le hunde. Ha sido escudero de Maravall, de González, de Zapatero. Tiene en su haber acciones brillantes: la lucha contra el terrorismo no admite debate, el ejercicio como portavoz en el Congreso tuvo reconocimiento y su antigua actuación en Educación merece, como mínimo, un recuerdo. Por el contrario, le atenazan sus maderas de político zorruno, su voluntad de supervivencia en el lío revuelto del poder, la compatibilidad de sus proclamas con el control de la foto (y de los que en ella se mueven).
De Rubalcaba, como del PSOE, se puede confiar más en la oposición que en el Gobierno. De la misma manera que a Rajoy, como al PP, se le debe temer aún más en el Gobierno que en la oposición.
¿Es lo que hay?
Faltan 3 días…
… para que el candidato popular abandone el diván. Y se le nota. Hoy es su turno.
La batalla electoral no da más de sí, si alguna vez lo dio, porque los especuladores no cejan e imponen las ansias que les rigen, sin normas; se les permitió que fuera así. El agujero negro nos absorbe, pero no porque seamos un desastre, sino porque es un desastre el mundo que hemos alentado. Y en esa tesitura se puede reducir el disimulo.
Rajoy se muestra en todos los medios. Ya no hacen falta los exegetas de su oposición para que denuncien el programa oculto con los recortes que han de llegar. El presidente in pectore –por lo menos– confiesa sin pregonarlo que seguirá el rumbo del Gobierno todavía vigente, al que van a castigar los electores por haber hecho lo que le exigieron los mismos que exigirán al nuevo gobierno que haga aún más de lo que hizo el que estuvo. Castiguémonos todos.
Cuando ya no queda margen para el recambio, se insinúa la verdad. Para evitar o rebajar las dosis de contradicción que nos esperan.
Sólo hay algo que se asegura con plena satisfacción: el poder adquisitivo de las pensiones a partir del uno de enero. Lo garantiza la Ley que las congeló, la que aprobó el Gobierno que se habrá de ir.
¿Ese es el cambio?
Faltan 4 días
… y parece el jornada de Cayo Lara. La noche anterior, en el telediario; por la mañana, en Radio Nacional. Suena a razonable su diagnóstico y a quiméricas sus soluciones. En la primera parte, cuando habla de la situación general y de las políticas aplicadas por PP y PSOE, su posición resulta difícilmente refutable. La segunda, sin embargo, pone de manifiesto que el diagnóstico es, cuando menos, incompleto. La reforma del sistema que denuncia no es posible, porque está construido sobre trampas que garantizan el poder a sus controladores; sólo funciona con ellos, con quienes nos sabotean y quienes se ocupan de su exclusivo beneficio a través de poderes interpuestos. Su abolición es imposible: hoy por hoy ésta es una decisión sólo al alcance de los más lúcidos suicidas.
¿Entonces? Ese es el lío. Y de ese embrollo surge no ya el voto útil sino el voto difícil.
Y pese a todo, reconozco que en esta ocasión las intervenciones de Cayo Lara no me han provocado un movimiento reflejo hasta ahora inevitable: una mirada inmediata y compulsiva al reloj para cerciorarme de la hora y de la era.
Así de mal estamos. Y peor que estaremos, según las previsiones de la mandamás del PP, Dolores de Cospedal: «Algunos, los que no se han quejado nunca hasta ahora, van a protestar mucho cuando Rajoy diga todo lo que hay que hacer para sacar el país adelante». ¿Se entiende? Eso es ponerse la venda antes que la herida… venidera.
Faltan 5 días…
… y aquí andamos mirando a los mercados, atemorizados por las cuentas y las deudas, los tipos y los diferenciales; tratando de explicar el comportamiento de los golfos como si su actitud respondiera a una reflexión moral o a una profecía. Son unos especuladores que obtienen beneficios con sus actuaciones de cada día, que hacen subir y bajar las isobaras de los negocios del mundo en función de su puro interés, sin que nadie se lo impida y, aún peor, con el beneplácito de los más grandes, a los que no molestan; hasta que los sientan vulnerables. Carroñeros de cloaca. Y nosotros, unos memos cada vez que tratamos de analizar sus actos o hacer exégesis de sus reflexiones. Nos manejan, simplemente, porque los liberales de la desregulacion y las privatizaciones nos han dado mucho gato a cambio de poca liebre; y ahora nos quitan el gato. ¿Van a ser ellos los que nos rediman? ¿Pondrán a un cura al frente del ministerio de Economía? ¿Será capaz de resolverlo con un exorcismo o al modo tradicional, bendiciendo al que castiga?
Otra posibilidad sería colocar en ese ministerio a Ruiz Gallardón. Hace unos días, impasible el ademán, aseguraba que, a tenor de los últimos datos del paro, si el Ayuntamiento de Madrid hubiera realizado la política del Gobierno, sólo en la capital habría cientos de miles de parados más. Y si el Gobierno hubiera realizado la política del Ayuntamiento de Madrid, en España habría 1.200.000 parados menos. Y siguió impertérrito. ¿Pero no nos están robando la cartera a cuenta de la deuda, el despilfarro y la mala cabeza? ¿No es esa la razón de tanto mal? ¿De qué presume el responsable de la mayor disparate, deuda y despilfarro incluidos, de una administración española?
Faltan 6 días…
… como si nada. Frente a la euforia de una parte se atisban dos posiciones, que representan a las dos fuerzas siguientes en representación social: la resignación y la justificación; el no queda otra y ya veremos, a salvarse tocan, y se lo tienen merecido porque tanto da lo uno como lo otro. Entiendo a los que se siente derrotados, pero no comprendo su silencio durante tanto tiempo. Comprendo la indignación de los segundos, aunque no entienda ese afán por equiparar actitudes, si bien menos dispares de lo que hubiéramos deseado, sí distintas.
En este tiempo detesto, como nunca, ese descalificativo genérico de los políticos, fruto de la inacción ciudadana, de la falta de compromiso con la transformación de la sociedad que sólo nos preocupa a la hora del cotillero, de la repugnante prepotencia de los medios y sus valedores.
Hoy no es un buen día.
Faltan 7 días…
… una semana y no será lo que dios quiera, sino «lo que somos capaces de decidir», que es una fórmula marianista de evitar «lo que queremos» o «lo que nos interesa».
Veamos. A una semana de lo que ha de venir, Berlusconi se ha ido, aunque no parecería demasiado sensato asegurar que ya es pasado. Los seres humanos y los pueblos consiguen tropezar dos y más veces en la misma piedra; son tropezadores por naturaleza y, cuando consiguen algo razonable o mínimamente plausible, lo hacen mediante la fórmula de los renglones torcidos, que es un método muy anterior a la yenka. Y ya es decir.
A una semana de lo que sea, casi todos sabemos qué será, será, será… (ése es el problema). Las últimas encuestas avasallan. De estar equivocadas, sus responsables podrían ser acusados de un fraude de tal magnitud que ni Camps, Matas y sus amigos, todos juntos, habrían logrado perpetrar. O casi.
A una semana del porvenir, leo: «¿Presos políticos en Cuba? Veo mucho montaje. Tengo que ir para informarme». Le quedan siete días, no más, para informarse y enterarse antes de alcanzar el honor de ser padre de la patria. Si todo hace pensar (viví casi treinta años en Salamanca) que «quod natura non dat, Salmantica non prestat» (ni el Congreso tampoco) y habida cuenta del tiempo transcurrido, este personaje no parece dispuesto a caer del caballo. Si esto último ocurriera, amén, podríamos gritar: ¡Cayó Lara! Entre tanto mejor que calle, para que no parezca solo callo. Y Llamazares, de telonero…
A una semana de lo indudable, Rosa Díez reclama desideologizar el debate y los programas, aunque pida a los ciudadanos que voten a favor de las ideas que les representen. ¿Qué hacer en su caso¿ Insiste: «el PP ha copiado algunas de las peores cosas del PSOE. Los dos aspiran a entenderse con los nacionalistas». Ella solo fue consejera en un gobierno presidido por el PNV. Su partido limita a dos legislaturas los mandatos de los cargos públicos. «¿Entonces esta será su última legislatura?», pregunta la periodista. «Me quedaría esta y otra, porque lo hemos aprobado ahora. Creo que se interpreta así». Convicciones de medio pelo, según convenga. Eso es desideologizar, supongo.
A una semana, digo, El País explica a través de la defensora del lector por qué cedió su página de opinión en un domingo de campaña electoral para que el Nobel pidiera el voto a UPyD o, en su defecto, al PP. Lo peor de todo… las explicaciones del subdirector del área de Política, del mismísimo director y de la propia defensora. ¿Qué necesidad tenían de meterse en un jardín para sembrar malas hierbas? Cuando no se sabe qué decir o no se quiere decir lo que se sabe, mejor, el Mariano (antes, Tancredo).
A una semana… Esto no es broma. Ni tiene remedio.
Faltan 8 días…
… y los países europeos se pueblan de cadáveres excelentes. ¿Para qué hablar de otra cosa, si además nosotros ya tenemos nuestro moriturus? Es la prenda del juego, el objeto que debes depositar para seguir jugando y seguir perdiendo, porque en este juego las reglas están trucadas.
A veces surge una iniciativa que invita a pensar. Rubalcaba propone prohibir los pagos en efectivo que sobrepasen los 3.000 euros. Es Una idea, pero, antes, por favor, que los bancos renuncien a las comisiones… También propuso subir de cinco a diez años el plazo de prescripción de los delitos fiscales. ¿Habría que pedir también permiso a los bancos?
Sorprende que, estando juntos en un mitin Aznar y Esperanza Aguirre, no se haya escuchado ningún comentario brillante. ¿No había micrófonos?
Faltan 9 días…
… y me despierto con tres datos que anoto en este diario:
Uno. «La banca dice que, si el Gobierno no hace el programa, ‘se lo van a hacer’”. Deduzco que en realidad la banca sugiere que, si el Gobierno no hace el programa que ella desea, ya se encargará ella misma de hacerlo e incluso de ejecutarlo (acción que puede efectuarse por las buenas o por las malas, pero, dado que el ejecutor sería la banca, sólo cabe esperar que se realice por las últimas).
Dos. El círculo de Empresarios pide a los poplíticos que revisen las prestaciones por desempleo. Luego se explica que no se trata tanto de rebajar el subsidio como de vigilar a quienes lo perciben y poner condiciones más estrictas, para evitar el calificativo de duras sobre quienes ya están acogotados.
TRes. Los inspectores de Hacienda explican que los ingresos fiscales dependen cada vez más de las nóminas. De hecho, pese a haber retrocedido un poco desde 2007, la recaudación por esta vía representa el 85% del total, trece puntos porcentuales más que hace cuatro años. Las rentas del capital, que suponen el 44,9% del PIB (tres puntos más que en 2007), aportan el 15%. O sea, el 45% del PIB paga el 15%, el resto, el 85%. Además, dicen dicen los inspectores, la crisis ha elevado el fraude fiscal y la economía sumergida, y ponen un ejemplo: las remesas de los emigrantes a sus países de origen han seguido creciendo. Y los inmigrantes no tienen la culpa de trabajar en la forma en la que les obligan. Porque los nacionales hacen lo mismo.
¿Tiene todo esto algo que ver con la campaña electoral?
Supongo que estoy sordo. No oigo.
Faltan 10 días…
… y el debate a cinco se convirtió en una especie de tertulia sin tertulianos: su principal virtud. No hubo bronca, no hubo gritos, tampoco debate propiamente dicho, aunque se detectaran con nitidez diferencias entre unos y otros y se atisbaran en muchas ocasiones los intereses electorales, económicos, políticos… de cada uno.
Jáuregui se mostró competitivo; Gallardón, astuto; Llamazares, claro; Macías, a lo suyo; Erkoreka, listo. Un nivel medio más que medio. Porque el socialista llegó peleón, como dice su eslogan de campaña; porque el popular exhibió que es tan largo como cínico, porque el comunista es un tipo decente, porque el convergente mezcló racionalidad y nacionalismo, y porque el peneuvista demostró que en ese partido de vez en cuando aparecen tipos con una visión más amplia que el propio caserío, o el batzoki.
Aunque las audiencias no acompañaran (¿dos millones de personas interesadas en esto es poca cosa?), este debate obliga a considerar su utilidad para cuestiones más concretas y sin intereses inmediatos tan evidentes.
Sería bueno, así que pasen once días, insistir en ese tono para hablar sobre sanidad, educación, dependencia, empleo, reforma laboral… Antes incluso de que haya un programa definitivo de gobierno.
Y por supuesto este debate obliga a la televisión pública a proponer programas de este tipo e incluso a devanarse los sesos para mejorar el formato, hacerlo más participativo y dinámico, más radical, sin renunciar al sosiego y a la pluralidad.
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… y Urdangarín y su suegro merecen el máximo respeto, para que quede constancia de que todos somos iguales unos más que otros.
Faltan 11 días…
… y el temporal de los mercados no ceja. Ya han caído los gobiernos de Irlanda y Portugal; el de Grecia está en el abismo, el de Italia en el psiquiátrico y el de España en su inexorable agonía, aunque en este caso parezca un moribundo de muerte natural. No hay tiempo para la campaña. La deuda italiana se encuentra a niveles “de rescate”: el euro se estremece.
¿Por qué razón los especuladores (¿qué otra cosa es el mercado, ese magma en el que se buscan los mayores beneficios posibles mediantes operaciones no productivas?) tienen este poder y a muchos ciudadanos y a casi todos los medios de comunicación les parece normal, incluso lógico?
La campaña queda al fondo. Nadie se atreve a hablar de los negocios del yerno del Rey. Podría ser un buen tema, aunque siempre con la debida prudencia, la misma, ni más ni menos, que la que puede reclamar Pepe Blanco o cualquier ciudadano investigado por un juez.
A cambio de ello se ha discutido sobre quién será el quinto hombre en el debate de esta noche en TVE. Al final saltará a la pista Gaspar Llamazares y con él cabe albergar la expectativa de escuchar afirmaciones razonables y cercanas a los intereses de muchos ciudadanos.
El debate de esta noche, no sabría explicar muy bien por qué, me suscita mayor interés que el cara a cara pasado. Mañana tendré la oportunidad de rectificar.
Eso es lo que ha hecho una candidata mallorquina a diputada por el PP tras publicar unas fotos trucadas de Carme Chacón en las que aparece rodeada de soldados y a pecho descubierto; ha renunciado a su puesto en la lista. Y también ha salido, pero a patadas, un grosero personajes del PP al que Gallardón había dado un alto cargo municipal y que se desahogaba con insultos a quienes no profesaban sus certezas.
Todo lo demás, ya se sabe.
Faltan 12 días…
… y pasó el debate. A la campaña ya sólo le falta un transcurrir apacible hasta el final.
Al menos en algunas fases, el debate resultó más animado de lo que se esperaba e incluso ofreció en tres o cuatro ocasiones alguna confrontación directa. Sin embargo, éstas resultaron más aparentes que reales, hubo más fogueo que disparos y en esos momentos el ruido impidió precisar sus argumentos.
Porque el debate, pese a todo, fue falso. Estuvo más pendiente de los intereses partidistas que de los ciudadanos. Los candidatos pelearon por marcar la iniciativa: Rubalcaba provocando al adversario a salir de su escondite, Rajoy arrastrando todos los temas al quicio de la economía y el paro. El socialista con más titubeos de los que acostumbra y el popular con un uso abusivo de las notas e incluso de bloques completos leídos sin recato.
Hace falta otro planteamiento. La iniciativa la deben marcar los ciudadanos, desde sus propias preguntas y sus propias necesidades, y eso exige mediadores independientes y libres de ataduras para dirigir las preguntas, fijar la agenda e impedir el corsé de un discurso semienlatado.
¿Para qué sirve esto?
¿Para tener un ganador y un perdedor? Ese será el tema siguiente, el que los medios de comunicación alientan, como si ése fuera el asunto central, como si la disputa del poder fuera lo único importante, como si en el ejercicio de ese poder los programas y los modos se consideraran irrelevantes. ¿Será eso?
Faltan 13 días…
… y llega el momento mágico de la campaña: el debate. El simulacro previsible obliga a alejar cualquier expectativa. Sin embargo, los mitos se confunden a veces con los tópicos. Se añora tanto el debate político que se acaba confundiendo el café con la achicoria. Esta noche saldremos de dudas.
Para animar la espera releo esta brevería: Protestamos ahora con razón y con tristeza; protestaremos luego con gusto y más razón. La publicó hace unos días en su blog Gonzalo Hidalgo Bayal. ¿Podría servir esta cuestión para el debate?
Faltan 14 días…
… y Vargas Llosa reclama el voto para el PP o para UPyD, no se sabe muy bien, o según se mire. Lo razonable sería, según su propia argumentacion, votar a los populares, pero, por mera desconfianza hacia las mayorías absolutas y pese a que en la filas de Rajoy se encuentran, dice él, los mejores economistas para sacarnos del poco del desempleo, votará a UPyD, que también es antinacionalista y liberal, porque podrá evitar algún desafuero de la línea dura popular. Además, está Rosa Díez, personaje que glosa sin recato, pese a que ella proviene del socialismo (lo que debería convertirla en sospechosa) e incluso de haber participado en un gobierno en coalición con el PNV (lo que debería añadir aún más recelos).
Juan José Millás ha explicado con brillantez que Vargas Llosa es un escritor zurdo, tal vez para rescatarle de su condición de articulista diestro. Diestro cerrado, aznarista, sabedor de las fórmulas para acabar con el desempleo, fiador moral del mercado que nos ha llevado al abismo y que volverá a empeñarnos cada vez que la especulación esté en peligro.
Su participación en la campaña debe ser aplaudida. Don Álvaro no se esconde. Y pese a todas las discrepancias y a la tentación de enmarcarle en el despotismo ilustrado, debe ser escuchado y atendido. También por sus ideas políticas. Porque argumenta y respeta. Y eso es algo que sus protegidos apenas practican.
Faltan 15 días…
… y el CIS ratifica lo que todos ya sabíamos. Las previsiones electorales otorgan al PP el triunfo más rotundo de su historia y condenan al PSOE a la derrota más sonora de la suya propia. Normalmente esta encuesta ha resuelto cualquier duda.
Y si es así, ¿queda algo por hacer? Al candidato a diputado Miguel Cortizo por el PSOE (por la circunscripción de A Coruña) se le ha ocurrido una idea: llamar a sus opositores «cabrones y mezquinos», porque a los del PP «no les importaba que hubiera atentados, no les importaba que hubiera asesinatos». Y aunque hubo momentos a lo largo de la legislatura en los que pudo parecer que el PP adoptó posiciones en materia terrorista más próximas a sus intereses de partido que al final de la violencia, lo de «cabrones y mezquinos» no convalida como argumento.
Además, ya no se trata de argumentos. Sólo un cataclismo emocional podría modificar el rumbo anunciado, porque las decisiones parecen adoptadas con el estómago o la bilis, más que con la cabeza.
Los candidatos peperos circulan con el freno echado, sin dar rienda a sus instintos; ni siquiera a sus convicciones. En la foto quedan más guapos callados. Y esa foto sosegada anima a un triunfo que abra una nueva época, una hegemonia que pueda asentarse por largo tiempo. Ese es el reto.
Quizás por ello, el PSOE ha sacado al escenario sevillano a las dos estrellas que marcaron la época de mayoría socialista que comenzó en 1982 y se extendió hasta 1996. Han olvidado distancias y diferencias, y se han saludado y abrazado para actuar como teloneros de quien fue su lugarteniente o su asistente. Pero nada de esto puede cambiar el rumbo de los acontecimientos. Porque ellos fueron quienes llevaron a la sociedad politizada a aceptar sus cambios de posición e incluso de principios reclamando la fe de sus fieles más que el raciocinio ante las nuevas circunstancias.
La izquierda perdió los argumentos. Y luego, su fe. Y ahora la van a dar como y por donde dios quiera.
Faltan 16 días…
… Los carteles que con el rostro de cada candidato piden el voto para su partido ya cuelgan por calles, paneles publicitarios y espacios de usar y pegar. Nunca antes, que recuerde, el candidato del partido en el gobierno inició esta fase definitiva, más que decisiva, con un ánimo tan desmejorado: «Es más fácil que el Real Madrid gane al Barcelona que remonte la ventaja de Rajoy; lo digo en serio». Así no hay Liga. BBVA o Endesa retirarán su patrocinio. ¿Y entonces? Peor que Grecia…
La campaña tiene ante sí una cita mágica: el debate del día 7. 550.000 euros que pagarán RTVE (32%), Antena3 (24%) y La Sexta (14%). Ellas serán los principales paganos y los ciudadanos, los principales defraudados. Habrá que volver sobre este asunto, pero hoy, al comienzo de la campaña propiamente dicha, con la perspectiva de su gran acontecimiento, cabe preguntar:
¿Por qué razón las asociaciones de profesionales, incluida la Academia de la Televisión, no rechazan un sucedáneo de debate y dedican sus esfuerzos a reclamar el derecho al ejercicio profesional para regular el formato y el temario? ¿Para someterse a la voluntad de los partidos hacen falta organizaciones profesionales?
¿Puede alguien defender todavía que el debate electoral, tal y como se desarrolla en España, es un avance democrático? ¿Cómo se puede compatibilidar, a mayores, con el silencio de algún candidato ante los medios de comunicación?
Se entiende que en los primeros debates televisados lo importante fuera la mera celebración del evento, el debate en sí, pero una vez implantado como un requisito ineludible de la campaña (sólo por eso lo ha aceptadon Rajoy), ¿se puede admitir la pasividad de la profesión periodística ante un formato sin chicha ni limoná? ¿No está obligada a exigir otro modelo regido por criterios profesionales y no políticos, pensado para enfrentar y esclarecer programas ideas y no para monologar sin confrontar? ¿Por qué los profesionales aceptan el fraude y participan en su legitimación?
¿Por qué digo esto ahora, después de haber participado en alguno de los debates anteriores? Porque lo pensé entonces, porque planteé entonces la necesidad de saltarse, en el directo, algunos acuerdos y porque la degradación progresiva del periodismo requiere en este momento posturas aún más radicales.
O sea, que algún día hay que decir basta. Y ya es tarde.
Faltan 17 días…
… y algo se mueve. Rubalcaba anuncia un plan que suena a razonable y, por lo tanto, se antoja quimérico. Una especie de Plan Marshall que anime la actividad, que baje los tipos de interés y estimule la inversión pública, y todo ello garantizando la protección social de los sectores más desfavorecidos. Un plan, que, porque debería serlo de toda la Unión Europea, la obligaría a desdecirse de todo lo que ha dicho, pregonado y reclamado en los últimos meses.
Un plan que atenta incluso contra la ortodoxia que descubrió Zapatero el día de mayo en que, al caer estrepitosamente del corcel sobre el que cabalgaba, estuvo a punto de esnucarse y de esnucarnos a todos. Y un plan que atenta contra las propuestas del PP, que sólo abundan en los criterios del converso Zapatero añadiendo más madera y dos huevos duros. A fin de cuentas, ellos fueron, son y serán los detentadores de la fe original.; los que dirigieron el láser a los ojos del jamelgo que transportaba en pleno galope al líder de la nueva socialdemocracia republicana en un país monárquico.
Nada va a cambiar. Pero, al menos, la propuesta de Rubalcaba sirve para discutir. Algo que se va echando en falta.
Faltan 18 días…
… y la campaña sigue en un plano segundón, porque otras cosas reclaman el interés de los medios, con el beneplácito de los que van a ganar e incluso de los que van a morir. Aún peor. Hoy la actualidad nos plantea una cuestión verdaderamente trascendental que convierte la campaña en un absurdo, que deja sin sentido al sistema de representación porque cuestiona radicalmente el modelo democrático…
Veamos. La Unión Europa se siente definitivamente ante el caos por culpa de un referéndum, el que ha anunciado el presidente griego.
A simple vista, debiéramos coincidir en que nada más democrático que un referéndum. Sin embargo, a tenor de la furia que se ha desatado entre los grandes líderes del mundo, nada más grave, más pernicioso, más desestabilizador.
¿Por qué? Al margen de las explicaciones formales (no fue eso a lo que se comprometió Papandreu, Europa no puede soportar más incertidumbre ni siquiera más retrasos), el fondo de la cuestión es otro: se supone que los ciudadanos griegos aprovecharán el referéndum para votar contra el plan que los gobiernos europeos han ideado para sacarlos de la ruina y, en consecuencia, contra los intereses de toda Europa. Los factores emocionales derivados de su situación económica les abocan a un voto contra el sistema sin paliativos ni contemplaciones. Ya no importa si su caos se magnifica. O sea, el referéndum-paradigma de la democracia se convierte en un instrumento de demolición del sistema e incluso de las bases sociales de la construcción europea.
¿Entonces? ¿La participación popular es sólo democrática cuando los ciudadanos ratifican lo que desean sus representantes? ¿No es esto la antítesis de lo democrático, una inversión de sus términos?
Desde otra perspectiva, ¿la decisión popular a través del referéndum depende más de factores emotivos que racionales?
Con estos interrogantes sobre la mesa, ¿qué sentido tiene la campaña electoral?
Faltan 19 días…
… y hoy es fiesta, y día está gris y llueve a ratos intensamente. Un buen día para comparar programas, para debatir propuestas, para recelar de todo. Para buscar en los entrresijos lo que es y lo que parece, para escudriñar tras las formulaciones vagas, para jugar al disparate: sobre cada afirmación ambigua imaginar posibles definiciones no contradictorias con la vacuidad programática; es decir, llevar al que buscó la fórmula mágica del decir-sin-decir o del no-decir-diciendo al borde del disparate y preguntarle entonces: ¿Es esto?, ¿puede serlo? Tal vez así empecemos a saber sobre qué hablamos.
Faltan 20 días…
… y descubrimos una curiosa manera de presentar un programa electoral en la que se trata de ocultar cualquier interpretación polémica sin rechazar su aplicación en coherencia con lo comprometido. O sea, una manera de decir sin decir para que lo que no se dijo se pueda decir y hacer. Si no está claro, véase el programa electoral del PP.
Menos impuestos al capital, salarios más bajos, incentivos para los planes de pensiones privados, prioridad de la negociación sindical en la empresa sobre la del sector… Mayor protección para las rentas medio-altas, mayor desregulación para las medio-bajas.
No cabía suponer otra cosa, pero sorprenden los márgenes de actuación que se desprenden de lo que se cuenta. Es decir, que sin contradecir el programa se puede hacer lo uno y lo contrario con absoluta coherencia.
Juguemos. Repasemos el programa punto por punto y tratemos de prever decisiones concretas tan variopintas variopintas como seamos capaces de imaginar y que resulten acordes con el enunciado. Preguntemos después: ¿Es eso? ¿Puede serlo? Concluyamos.
¿Para qué sirve un programa así? ¿Para vacilarnos?
Faltan 21 días…
… pero no importa. Donde no hay convencimiento, existe resignación. Aún peor, en la mayor parte de los casos da igual: si hay que sobrevivir, sobreviviremos y, si está de Dios, moriremos, pero no por decisión nuestra, sino porque toca, por el azar o el destino, porque no tenemos otra vida y porque casi nadie cree en que una elección propia vaya a resultar determinante, ni siquiera influyente. Y todo ello, sin dramatismo, con una especie de fatalismo doméstico, cotidiano, de andar por casa. No se discute, no se confrontan pareceres, habrá que ver…
¿Quién nos ha traído hasta aquí?
Antes nos consolábamos con decir que nunca habíamos vivido mejor. Hoy muchos ciudadanos tienen un pasado al que mirar con nostalgia. Porque cada vez hay más personas que viven peor que hace unos pocos años y porque hoy no somos capaces de soñar un mundo mejor del que, ingenuamente quizás, nunca se sabe, alguna vez soñamos.
Faltan 22 días…
… definitivamente la EPA acalla a ETA y su final anunciado. A la campaña electoral la sume en el monólogo del que no habla. En el puente de los Santos honraremos, como debe ser, a los muertos. Podríamos hacerlo con los morituri (para aprovechar mejor el tiempo).
Faltan 23 días…
… y la EPA se encarga de rematar la campaña electoral, y Rajoy anuncia el fin de cualquier confrontación e incluso de la mínima transparencia.
El verano fue matador para el empleo. Lo dice la EPA, que admite precisiones pero refleja la realidad, que sitúa el paro por encima del límite de lo sufrible. Contra los hechos sobran los argumentos, incluso los veraces, los demostrables, todos.
Rajoy anuncia que en toda la campaña electoral no concederá ninguna rueda de prensa: las entrevistas electoralistas en los medios de su elección y el debate paniaguado que más valía aceptar que rechazarlo, porque el riesgo de la fórmula se aproxima a cero. Todo está pactado y bien pactado.
Faltan 24 días…
… para reivindicar a Gaspar Llamazares. Luego, puede ser tarde.
La iniciativa la han abanderado personas que merecen mucho crédito, entre las que también se ha podido inmiscuir algún cantamañanas. No importa. Reivindican a un tipo al que sólo podrán votar los asturianos.
En casos como éste, cuando las banderas que se defienden no son las del patio-de-mi-casa, se debería admitir que el candidato pudiera concurrir en todas las circunscripciones. Porque los electores tenemos derecho a elegir entre personas de nuestra confianza. Y porque votar a Cayo o a Joan no es lo mismo.
Faltan 24 días (algo menos, porque atardece)… y empiezan a observarse algunos signos típicos de campaña. El más grave, sin duda, el desprecio a la inteligencia de los demás.
Véase. El exalcalde de León y candidato al Congreso del PSOE, Francisco Fernández, ha proclamado urbi et orbi que renunciará a sus ingresos, sueldo y dietas incluidas, si sale elegido. A cambio, hasta ahí podíamos llegar, dará buena cuenta de la indemnización de 520.000 euros que ha recibido al prejubilarse de Caja España. Atendidas sus explicaciones, parece que renunciar al sueldo de diputado es un acto de generosidad (nunca ha estado en política para ganar dinero, dijo), y que embolsarse 560.000 por prejubilarse a los 56 años debe ser absolutamente normal, cotidiano, equitativo y justo. A su lado se encontraba José Antonio Alonso, que, al parecer, no ha sufrido ningún tipo de alteración en su estado de salud. Otros somos más flojos.
Otro socialista ingenioso. Peces Barba en un congreso de abogados en Cádiz dice que no sabe, según dicen algunas crónicas, si nos hubiera ido mejor con los portugueses y sin los catalanes… Y se lió. Acudo a las fuentes para entender lo ocurrido y le doy la razón: hay materias en las que sobra susceptibilidad. El papel de fumar no es bueno para nada: para fumar, porque es una actividad perniciosa, y para otros menesteres, porque es ridículo. El humor necesita espacio y libertad.
Echábamos de menos a Bono. Acude a los desayunos de La1 y espeta que a Otegi no le tiene la más mínima consideración, porque el «angelito» participó en el secuestro de Javier Rupérez y Gabriel Cisneros, al que incluso “le pegó un tiro”… Y el ministro de Justicia tratando de hacer la vista gorda. Algunos no pueden vivir sin liarla.
Faltan 25 días…
… y seguimos extasiados por la incertidumbre económica, pendientes de la UE, del euro, de Belusconi y la madre de este invento. Sin atrevernos a decir palabra. ¡Menuda campaña! ¡Todos mudos! Vale: ¡que decidan ellos!
Faltan 26 días…
… y el debate político ha sido secuestrado. De la vida después del anuncio de ETA se ha decidido que mejor no hablar; todo queda para la otra vida, la que habrá de llegar tras el 20N. Se habla, pues, de crisis económica. Y de eso sólo opinan los mercados, los líderes europeos y algún agorero; o sea, los que nos llevan al sumidero. En ese tránsito, descubrimos a un Rajoy preocupado por lo que le viene encima y a un Zapatero confraternizador con el que le ha de suceder. No se sabe si entre ellos se dicen ¡la que me ha caído! (Rajoy) o ¡la que te viene encima! (Zapatero), si comentan ¡Ahora te vas a enterar! (Z) o ¡Menuda broma! (típico R)… Se constata sólo la perplejidad, el asombro y la indignación de quienes no lo entendemos. Por más que lo intentemos.
Anoto una frase de la docta Ana Mato que esta mañana he escuchado en Radio1: «Todos hemos visto en los periódicos a niños andaluces que están en el suelo en las escuelas». ¿Cómo puede ocurrir algo así? ¿Tan bajo, de ahí ya no se puede pasar, hemos llegado? ¿Esto explica que «los niños andaluces son prácticamente analfabetos», como la misma señora ya predijo? ¿En qué ruina física, económica y moral se encuentra la educación andaluza? Puedo confirmar que un periódico de Málaga publicó a mediados de septiembre una foto en la que unos niños de cinco años rodeaban a su profesora sentados en el suelo. Ana Mata dijo la verdad. No importa que la maestra les hubiera dispuesto así, en un aula libre, para amenizar el primer día de clase con un cuentacuentos en el que participaban los propios escolares…
Me tranquilizo. Aunque en dosis minúsculas, hay campaña: se agrede a la inteligencia y se saca pecho.
Faltan 27 días…
… Llueve. Sólo es el comienzo del otoño. El invierno llegará después. En esta materia no importa lo que digan Sarkozy, Carla Bruni o Giulia.
Faltan 28 días…
… para llegar a 20N. Tal vez este domingo nublado, que en algunos lugares se presume también lluvioso, caliente los prolegómenos de esa fecha. Los sondeos de rebajas o de última hora indican que el anuncio de ETA no modifica el ánimo de los votantes.
Me fijo en una frase del in pectore Rajoy que avala alguna de mis sospechas. Mientras un grupo de correligionarios expresaba su disgusto por la aparente mesura del candidato en torno al final de la banda terrorista, él comentó: «Lo que no hay que hacer es la campaña a Bildu». ¿Porque eso es lo que han hecho hasta ahora? ¿O simplemente porque así se lo ha revelado el oráculo de su primo?
A medida que avanza la jornada compruebo que la barbarie electoralista regresa para zaherir nuestra inteligencia. Leo un titular de Rubalcaba: «La derecha dará hachazos por donde pueda». La proclama se alivia en su contexto. Asegura el candidato que «Lo que sí le puedo decir es que a medio plazo saldremos adelante y que, mientras, no voy a poner en tela de juicio ni su prestación por desempleo, ni su sanidad y su educación públicas. Y la derecha no lo va a hacer así, la derecha va a pegar tajos y hachazos por donde pueda, empezando por la prestación por desempleo». Parece diferente.
Sin embargo, a González Pons no hay que matizarle: » No hay ningún español tan idiota que quiera la continuidad que el PSOE nos ha dado todos estos años». O sea, según este demócrata de toda la vida, hay un montón de españoles aquejados de una idiotez superlativa. Aún hay remedio: quedan 28 días para evitar el diagnóstico y conseguir la sanación votando a González Pons. Un personaje que no defrauda: puro raciocinio. Llegó a Madrid luciendo modales tras su formación valenciana. Es lo que da ir por la vida trajeado.
Faltan 29 días…
… y el tiempo de la confrontación política se ha detenido. Al menos, el de la confrontación grosera a la que estamos tan acostumbrados, porque las palabras y las imágenes se han desplazado hacia el tiempo nuevo que presagia el último comunicado de ETA. Hay matices, claro, pero no ofenden.
Es verdad que Mayor Oreja sigue empeñado en estimular el abertzalismo, pero al adalid de la cruzada antinacionalista sólo le amplifica Aznar, que emite intermitentemente. Otros formulan afirmaciones simplemente partidarias: «Las víctimas pueden estar tranquilas con un gobierno del PP» (Mari Mar Blanco) o «En ningún caso hemos pensado que el gobierno de Rajoy hable con ETA» (Antonio Basagoiti), pero llega el aludido, Mariano Rajoy, y asegura que «es el momento de tener grandeza», una expresión o un concepto inexcrutable, aunque siempre se haya asociado con la generosidad del vencedor. O sea…
La caballería mediática, a lo suyo. En ella queda la tarea de zapa, inflexible, repugnante. Ni caso, por mi parte, aunque ignorarlos y minusvalorar su efecto sea tal vez un error irresponsable; pero contra eso ¿qué se puede hacer?
Los analistas del PSOE sólo les cabe la cavilación. ¿Cómo aceptar que estos días no impongan una reflexión sobre el periodo de gobierno que se agota y la valoración que se ha impuesto a babor y a estribor? No encuentran el método. Quizás todo lo que se les ocurra resulte contraproducente. Y se han equivocado tanto…
Faltan 30 días…
… para el 20N, transformado en fecha electoral, aunque predestinado al ascenso de la derecha a los cielos (como toda la vida). Sin embargo, el debate preelectoral parece muerto. La espera del comunicado se vio esta vez acompañada por el éxito: hubo comunicado, que no siempre ocurre, y a partir de ahí, declaraciones bien pensadas, concordantes, a la espera. Sólo las brigadas mediáticas azuzan el panorama. ¿Alguien sacará los pies del tiesto? Ese es el riesgo que se trata por todos los medios de evitar. O sea, una campaña moribunda. ¿Un signo de estadismo o de impotencia? ¿De tancredismo victorioso o de simple agonía?
Faltan 31 días…
… y todos parecen estar a la espera de algo que altere el panorama. La web de Gara debe estar al borde del colapso. Los equipos de campaña preparan comunicados. Los estrategas buscan la manera de que lo que ha de pasar o no influya para nada o influya decisivamente. En eso andamos y nadie se recata en ocultarlo.
¿Y mañana Dios dirá?
Faltan 32 días…
… y en ello estamos, pendientes de lo nuestro y con el rabillo del ojo en el retrovisor. Por si las moscas.
Sin embargo, casi nada se mueve. Pequeños escarceos. Unas comunidades contra otras a cuenta del plan de carreteras aprobado por la Unión Europea. Las perjudicadas del PP critican al Gobierno de Zapatero que las expolia. Las beneficiadas del PP elogian su propio buen hacer. Las del PSOE… ya no quedan. Silencio. Lo suyo puede empeorar.
Faltan 33 días…
… y da la impresión de que se ha establecido una tregua en el rifirrafe preelectoral. Bien es cierto que la campaña propiamente dicha todavía no ha comenzado, pero más cierto parece todavía que hasta hace unas fechas llevábamos años o lustros de ininterrumpida agitación partidista.
El tufillo electoral ha llegado a propósito de la conferencia de San Sebastián auspiciada por Lokarri, en la que han participado los autodenominados mediadores internacionales y en la que PP y PSOE han tratado de guardar la ropa más que de nadar. Por el contrario, las brigadas mediáticas han echado el resto.
Confieso que a simple vista la declaración me ha suscitado opiniones distintas y sucesivas. La introducción, un fárrago, pura palabrería. El primer punto, saludable. El segundo y el tercero, llevaderos por interpretables y porque van después del primero. El cuarto y el quinto, una autopromoción, como corresponde a un serial televisivo.
Pese a todo quizás no convenga dar estos pasos por malgastados o perdidos. Empecemos –o sea, que empiece–, como corresponde, por el punto 1.
Faltan 34 días...
… para las elecciones y 21 para el debate. A la vista de lo elegido, ni debate ni ná. Un formulismo para amparar monólogos sucesivos y seguir diciendo que son necesarios. ¿No sería mucho más justo, puesto que este tipo de pamemas se alientan desde instancias profesionales, decir que aquí no se admite el tongo (aunque se legalice el doping)?
A tenor de lo que se presume, al candidato socialista le haría falta un arrebato emocional que desestabilizara al menos a una parte significativa del electorado. ¿Aznar podría ayudar o ya no sirve ni para eso?
Faltan 35 días…
… pero, a tenor de lo que hoy nos cuentan las encuestas, podíamos aliviar esta condena.
Rubalcaba no forma parte del santoral de mi devoción. En primer lugar, porque no tengo santoral y, después, porque hace mucho que perdí la devoción. En fin, porque hay modos y costumbres que me obligan a la desconfianza. Me he empeñado en creer que la política es mucho más que lucha por el poder, que su ejercicio se debe someter en todos sus actos al interés de los ciudadanos y que la pillería o las artimañas deberían llevar a la inhabilitación (una especie de destierro moral) de sus practicantes.
Sin embargo, me cuesta entender que Rajoy aventaje a su rival en algunos aspectos para los que realmente parece discapacitado. Por ejemplo, en que esté mejor preparado para hacer frente a la crisis o en que tenga mejores ideas y propuesta. Que su valoración global sea mejor sorprende menos. No era lógico que los españoles se empecinaran en votar al peor; lo han resuelto decidiendo que ya es mejor. Y punto.
Aunque… ¿por qué extrañarse de que las cosas sean así, si dos terceras partes de los encuestados está a favor de la cadena perpetua/revisable y si la mayoría (en este caso, por poco) se niega a acercar a los presos de ETA al País Vasco incluso después de que ETA deje de matar? De este tipo de encuestas no cabe esperar tratados de urbanidad.
Faltan 36 días…
… para unas elecciones que se dan por sabidas y en las que, así se deduce de lo que se oye y se lee,del deduce de lo que se oye y se lee la cxrisis habida cuenta de que el sólo resta conocer la magnitud del descalabro socialista, porque el éxito de los populares se atribuye más a la decepción provocada por el actual gobierno y por la crisis que lo arrasó que por los méritos de su competidor.
Discrepo. Aparte de campeón del mundo en el juego del escondite, el PP cuenta con el viento favorable de la ideología dominante y con la fidelidad inquebrantable de una parte muy significativa del electorado: perseverante, indesmayable, irreductible.
No ha necesitado ni reflexión ni debate ni alternativa. Se ha limitado a alentar la irracionalidad religiosa de sus militantes, con o sin carné: gente fiel, de fe; creyente al estilo del carbonero, sin mística, puro dogma; que identifica la verdad con unas siglas, que aloja sus convicciones en un único barrio, que niega los matices en aras de su propia certeza.
Se supone que el que está a punto de venir, o de llegar, insistirá en lo que ha acabado haciendo su antagonista, tal vez con algunas dosis añadidas de la cicuta ya administrada por el gobierno aún en ejercicio. Saben que esa verdad les corresponde, que no tendrán que explicarla y, mucho menos, discutirla.
¿Carece de mérito? Negarlo equivale a aceptar que la mayoría puede ser imbécil y que la minoría, también. ¿Será eso?
