«Boyhood». Richard Linklater, 2014
El interés del cineasta tejano Richard Linklater por el hecho físico del tiempo y su transcurso, elemento decisivo para la existencia misma del cine, quedó de manifiesto en su conocida y quizá sobrevalorada trilogía Antes de (Before Sunrise, 1995; Before Sunset, 2004; Before Midnight, 2013). Ahora, Linklater lleva por fin a término un experimento en el que ha trabajado durante doce años, a razón de una semana por año, con los mismos actores y equipo técnico, salvo excepciones inevitables: Boyhood, a la que la distribución española, como la portuguesa o la peruana, ha añadido el innecesario subtítulo «Momentos de una vida», sigue la evolución de un niño llamado Mason durante todo ese tiempo, desde los seis años hasta que llega el momento de separarse de su madre para ir a la universidad.
Más allá de las dificultades materiales y del esfuerzo que supone ese singular empeño, que la publicidad subraya machaconamente pero que en principio podría compararse con el de la persona que construye laboriosamente una torre Eiffel con palillos de dientes y cree que eso es arte por el trabajo que le ha costado, el mayor atractivo de la película reside probablemente en el desolador retrato que hace de las formas de vida y los comportamientos de una familia estadounidense media, o de Texas, para ser más preciso, en nuestros días. Frente a la multitud de reflejos que el cine de todas las épocas ha ofrecido sobre la llamada «América profunda», Linklater usa como eje de su hipertrofiado argumento, no sólo la evolución del pequeño Mason, sino también, aunque en segundo término, la de su hermana Samantha y, sobre todo, la de la madre de ambos, Olivia, interpretada con acierto por Patricia Arquette.
Y salta a la vista que uno de los mayores problemas de Olivia, aparte de su necesidad de autoafirmarse y conjurar la amenaza de una vejez prematura pero inexorable, es su formidable desacierto a la hora de elegir hombres con los que convivir. El padre biológico de Mason, Ethan Hawke, que ya protagonizó la trilogía citada, es aquí un tipo inmaduro, gritón destemplado e inconsistente, que hace el ridículo cada vez que intenta contribuir –de tarde en tarde y entre otros líos de faldas– a la educación de sus hijos, bastante más listos que él. Pero es que las dos parejas posteriores que le conocemos a Olivia son aún peores: borrachos, autoritarios, violentos y brutalmente egoístas, siempre a caballo entre el «esta es mi casa y aquí mando yo» y el «mientras yo corra con los gastos, se hará lo que yo diga»… Por no hablar siquiera de otros personajes secundarios, como esa pareja de abuelos que son capaces de regalarle a Mason por su cumpleaños al mismo tiempo una biblia y un rifle.
Esos y otros apuntes críticos, salpicados en distintas conversaciones demasiado largas entre distintos personajes, hacen que Linklater ofrezca una visión hasta cierto punto ácida de la sociedad en la que flotan a duras penas sus personajes. Porque tanto Mason como su hermana asisten con cierta distancia a los conflictos domésticos, salen adelante como buenamente pueden entre problemas que no comprenden, y a medida que crecen, sobre todo el primero, hilo conductor de la acción, se plantean preguntas sobre el sentido de la vida que resultan impostadas y artificiosas, en una banda sonora ya saturada, por otra parte, de canciones de los diferentes años que recorre la acción.
La narración, sin embargo, es solvente. El cineasta emplea con gran habilidad las numerosas y obligadas elipsis que la integran, no sólo porque consigue que pasen casi desapercibidas, salvo por el evidente crecimiento de los personajes, sino también y sobre todo porque pone buen cuidado en evitar lo que podría considerarse «momentos fuertes» de la historia, centrándose en cambio en sus antecedentes o en sus repercusiones inmediatas, lo que anima al espectador a ir «construyendo» el argumento a medida que percibe los distintos fragmentos. Una experiencia interesante, sin duda, y agradable de ver, pero que quizá no justifique el entusiasmo que ha despertado Boyhood en amplios sectores de la crítica cinematográfica española e internacional.
FICHA TÉCNICA
Dirección y Guion: Richard Linklater. Fotografía: Lee Daniel y Shane F. Kelly, en color. Montaje: Sandra Adair. Música: Canciones de la época. Intérpretes: Ellar Coltrane (Mason), Patricia Arquette (la madre), Ethan Hawke (el padre), Lorelei Linklater (Samantha), Elijah Smith (Tommy), Marco Perella (Wellbrock), Zoe Graham (Sheena), Steven Chester Prince (Ted). Producción: IFC Productions y Detour Filmproduktion (Estados Unidos, 2014). Duración: 165 minutos.
