Andaba abstraído en las andanzas de Águila roja, cuando un monseñor de alto rango, que intriga más que el comisario y el rey juntos, y eso que ambos también se esmeran, pronunció una frase que me devolvió definitivamente a la realidad: “La Iglesia y la Monarquía están en el propósito común de que el pueblo no piense por sí mismo”.
Caí en la cuenta: sin religión no hay monarquía.
Luego me acordé de Urdangarín. A continuación del Valle de los Caídos. Asuntos relacionados: con la monarquía y la región, también entre sí.
