El quinteto de la vida

«La fiesta de despedida». Tal Granit y Sharon Maymon, 2014

 No es fácil hablar de la eutanasia en un país donde, bajo la presión de alguna de esas religiones empeñadas en reglamentar y someter a sus dictados la vida de sus habitantes, está legalmente prohibida. Quizá por eso, los cineastas israelíes Tal Granit y Sharon Maymon, debutantes en el terreno de largometraje después de haber dirigido varios cortos juntos y por separado, optan por dar a su seria reflexión sobre el asunto un tono de comedia agridulce que hace más digeribles los postulados que defienden con notable firmeza pero disimulados tras una fachada inteligentemente ligera y que a ratos incluso puede parecer frívola.

Varios ancianos y amigos que viven en una residencia de Jerusalén contemplan con emoción los sufrimientos de otro, enfermo terminal sin esperanza alguna. Entre constantes discusiones, porque alguno –o, más exactamente, alguna– se opone frontalmente al proyecto, optan por encargar a uno de ellos que construya una máquina con la que el paciente pueda determinar su propia muerte, apretando un botón que pone en marcha un combinado químico de sedantes y otros componentes, al tiempo que una cámara de vídeo registra el momento, como medida de precaución frente a posibles denuncias que podrían dar con sus huesos en la cárcel. En realidad, el experto en ese tipo de mezclas letales no es médico, sino veterinario, y el empeño de ese singular grupo, que a pesar de sus discrepancias acabará convirtiéndose en una especie de pintoresco y casi gozoso quinteto de la vida –contrapunto de aquella memorable comedia de Alexander Mackendrick, El quinteto de la muerte (The Ladykillers, 1955)–, tiene todo el aspecto de una improvisación movida por el exclusivo afán de ayudar al amigo agonizante.

Las mayores complicaciones surgen cuando la operación tiene éxito, se corre la voz entre los demás residentes, e incluso fuera de la institución, y empiezan a llover las demandas de ayuda para otros muchos casos similares, algunos de los cuales plantean graves dilemas éticos por la situación concreta de cada enfermo. Mientras, los protagonistas, entre los que hay además una pareja homosexual, tienen que enfrentarse a la directora del centro, estricta vigilante de las normas, y a otros muchos contratiempos, que irán solventando como buenamente pueden, sin perder el ánimo ni la capacidad de sonreír, hasta que quienes más se oponían al asunto se vean enfrentados a su propio deterioro seguramente irreversible.

Lo más llamativo de esta nueva aproximación al discutido tema de la eutanasia –abordado también recientemente, y con algunos puntos de contacto argumentales, en películas como la italiana Miel (Miele, 2013), de Valeria Golino, y la estadounidense No conoces a Jack (You don’t Know Jack, 2010), de Barry Levinson, sobre el polémico Jack Kevorkian, llamado Doctor Muerte, y en términos aún más duros por Michael Haneke en Amor (Amour, 2012), por no remontarnos en el tiempo a las españolas Condenado a vivir (2001), de Roberto Bodegas, y Mar adentro (2004), de Alejandro Amenábar, ambas sobre el caso real de Ramón Sampedro, o a la canadiense Las invasiones bárbaras (Les invasiones barbares, 2003), de Denys Arcand, y algunas más– es el tono tragicómico y en ocasiones festivo aplicado a su tratamiento. Con una comicidad que por momentos recuerda a Woody Allen y a lo que se ha dado en llamar humor negro de origen judío, y apoyándose en un excelente grupo de intérpretes ya veteranos pero apenas conocidos fuera de su país, los cineastas Tal Granit y Sharon Maymon consiguen hacer pensar sin dejar de sonreír sobre un asunto de enorme gravedad, mantenido todavía como un tabú en muchas sociedades contemporáneas y que, sin restarle un ápice de seriedad, saben convertir en una auténtica fiesta de despedida para quienes ya no pueden esperar de la vida más que sufrimientos sin salida y necesitan la ayuda de personas generosas, capaces de asumir riesgos con tal de contribuir a facilitarles el final inevitable. Una reflexión sobre la muerte que, paradójicamente, adopta la forma de una celebración de la vida, mientras merece ser vivida.

 

FICHA TÉCNICA

Título original: «Mita tova». Dirección y Guion: Tal Granit y Sharon Maymon. Fotografía: Tobias Hochstein, en color. Montaje: Einat Glaser-Zarhin. Música: Avi Belleli. Intérpretes: Ze’ev Revach (Yehezkel), Levana Finkelshtein (Levana), Aliza Rosen (Yana), Ilan Dar (Dr. Daniel), Rafi Tavor (Raffi Segal), Ruth Geller (Zelda), Josef Carmon (Carmon), Hilla Surjon (Noa). Producción: Pie Films, 2-Team Production, Twenty Twenty Vision, United King Films y Pallas Film (Israel y Alemania, 2014). Duración: 95 minutos.

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