El señor K. reflexiona sobre el denostado bipartidismo

Él dice que lo hace sobre el centrismo.

Ya he escrito alguna vez que al señor K. le gusta hablar de demócratas y republicanos, no sé por qué, puesto que habla de otros que se presentan con denominaciones distintas. Los siguientes párrafos son textuales del señor K. y que cada uno los aplique a los casos que conozca. Tal vez valgan para obtener conclusiones:

Algunos de nosotros llevamos mucho tiempo quejándonos del culto al «equilibrio», la insistencia en retratar a ambos partidos como igual de equivocados e igual de culpables respecto a cualquier tema, independientemente de los hechos. Hace mucho, yo bromeaba con que si un partido declarase que la Tierra era plana, los titulares dirían: «Divergencia de opiniones sobre la forma del planeta». ¿Pero podría ese culto seguir imperando en una situación tan patente como la que ahora tenemos delante, en la que un partido está claramente haciendo chantaje mientras el otro regatea sobre el precio del rescate?

Resulta que la respuesta es que sí. Y esto no tiene gracia: el culto al equilibrio ha desempeñado una función importante a la hora de llevarnos al borde del desastre. Porque, si la información sobre discusiones políticas siempre parte de la base de que ambas partes son culpables, no se castiga el extremismo. Los votantes no le castigarán a uno por su atroz comportamiento si todo lo que escuchan es que ambas partes son culpables.

Muchos expertos consideran que el hecho de situarse en medio del espectro político es una virtud en sí mismo. Yo no. La sabiduría no se encuentra necesariamente en el punto medio y yo quiero que los dirigentes hagan lo correcto, no lo que sea centrista.

Pero para aquellos que insisten en que el centro siempre es el lugar en el que hay que estar, tengo una información importante: ya tenemos un presidente centrista.

El presidente estaba dispuesto a alcanzar un pacto presupuestario que favorecía claramente las prioridades conservadoras, e incluso ansioso por conseguirlo.

Hacer llamamientos vagos al centrismo, como escribir crónicas que siempre culpan por igual a ambos partidos, es escurrir el bulto descaradamente; una forma de escurrir el bulto que solo fomenta más malos comportamientos. El problema que tiene ahora mismo la política estadounidense es el extremismo conservador y, si uno no está dispuesto a decirlo, está contribuyendo a empeorar el problema.

Reconozco que el término conservador del párrafo anterior está adulterado. El señor K., también conocido como Paul Krugman, utilizaba republicano. Porque él, al parecer, pretendía escribir sobre Estados Unidos. Compruébese.

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