Es negro

Obama se pliega al poder republicano. La esperanza socialdemócrata norteamericana proclamaba hace dos días “el mayor recorte presupuestario de la historia” y, ayer mismo, que “serán recortados programas de los que depende el bienestar de mucha gente y se retrasarán proyectos de infraestructuras necesarios”.

No pasa nada. Él ha iniciado la carrera para volver a la lucha electoral. Eso es lo importante. Sin embargo, todavía mantiene parte del crédito que conseguido hace tres años. Sus contradicciones no han sido menores, pero otros las pagaron de manera más radical.

Portugal forzó la dimisión del primer ministro Sócrates para rechazar un plan de recortes que ahora se verá agravado. Zapatero renunció a su improbable reelección aun a sabiendas de que las restricciones crecerán con un gobierno diferente.

¿Por qué Obama, aunque en claro retroceso, cuenta todavía con amplios apoyos entre quienes reniegan de Sócrates o Zapatero? ¿Porque se le ofrecieron tantos que ahora cuesta reconocer la pasión voluntarista en que se basó aquella confianza? ¿O sencillamente porque es negro? A sabiendas de que ese hecho, en aquel lugar y en este tiempo, es un mérito. Muchos le han castigado sólo por eso.

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