Crisis del músculo (o de la neurona)

Ronaldo (le pusieron de nombre Cristiano, ¡qué ironía!) no celebró sus goles con el Real Madrid. Estaba triste. Nadie le entendió. En realidad, le apenaba tener la posición que tiene, cobrar lo que cobra, ligar con quien liga, porque muchos aficionados de su equipo tienen la posición que tienen, cobran lo que cobran y ligan con quien liga, si ligan (porque bastante tienen con la liga).

Tanta desigualdad, que es también tanta injusticia, deprime o, al menos, entristece.

Sin embargo, Ronaldo (que prefiere el apellido a que le digan cristiano) sí celebró los goles con Portugal tan solo cinco días después. Quizas porque en ese breve tránsito se modificó su posición, apenas cobró o dejó de ligar. O, tal vez, porque los portugueses mejoraron, cobraron o ligaron.

Ni mucho menos. Un cuarto de hora antes de que la selección portuguesa iniciara el peloteo, el primer ministro luso rebajó el sueldo a todos los currantes portugueses que no se llamen Cristiano ni se apelliden Ronaldo más de un 7 por ciento. (una reducción que llega después de una subida del IVA hasta el 23 por ciento –incluso para yogures y pañales–, de la supresión de pagas extra a funcionarios y pensionistas, de la obligatoriedad del pago –cinco euros– por visita al médico y –20 euros– a urgencias, de la subida del transporte público y, en definitiva, de la pobreza).

El simpar y único Cristiano Ronaldo, sin embargo, sí estaba de fiesta. Seguramente para ahuyentar a la depresión y la tristeza de sus compatriotas. Y viceversa. . O tal vez, que no se enterara del anuncio del primer ministro mientras calentaba sus músculos, que no sus neuronas.

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