
Al senador Casimiro se le escaparon, según el informe judicial, algunas frases de muy grueso calibre:
“Os deseo que todos los policías que estáis os muráis todos de cáncer y veré con mis ojos cómo se mueren vuestros putos hijos, fachas de mierda, hijos de la gran puta, borrachos, terroristas de mierda, maricones, cobardes, abusadores”.
“Tú eres un pringao y estás hablando con un senador”.
“Sois unos putos fachas pagados por los putos fachas del PP”.
“Todos estos hijos de puta se van a enterar. Vuestro sueldo lo paga el puticlub. Eso es una trama urdida por el PP”.
“Tu cara no la voy a olvidar en la vida, ni tú la mía, ni tu familia de Ceuta, que tú eres moro”.
Fuera por los vapores de la sauna o la cerveza, la incontinencia le ha llevado a dimitir. Ni siquiera en el supuesto de que la policía hubiera falsificado sus jaculatorias, cabía otra alternativa.
O sí. Otros con más motivos siguen en sus puestos, aún más altos, aún más responsables.
Aunque sea por esa mísera diferencia, no todos los políticos (ni todos los partidos) son iguales. Ya que las hechuras se homologan, los tintes se copian y las franquicias nos invaden, decidámonos por el ancho de manga.
