La moda sin pecado original

El esoterismo está de moda. La energía, el mantra, los chamanes. Lo pretradicional, lo requetebio o requeteeco. Lo alternativo, lo misterioso, lo natural sin pecado original.

Se trata de una moda transversal; es decir, que no excluye ni a ricos ni a tontos, ni a indigentes ni a eruditos, aunque tenga preferencias e incluso sectores de riesgo.

Los timos que en otras épocas ejercían trileros  y charlatanes ahora los ejecutan banqueros y tertulianos, entre los que no faltan especialistas de la vieja escuela, como el inventor del unete, la moneda en cuyos turbios fondos han desaparecido los ahorros de 22.000 inversores.

Por esa parte, no hay muchas novedades.

El fraude de los curanderos ha abandonado el ámbito de la marginalidad social de antaño para revestirse con apellidos venidos de otras culturas y otras costumbres y ha penetrado en ámbitos muy diversos con la cobertura de propuestas ecológicas o próximas a las pretendidas esencias de la madre tierra.

Mandarines y gurúes han ocultado intereses económicos de altos vuelos y lo mismo avalan dietas perniciosas que tratamientos médicos inútiles (o peor), propuestas educacionales perversas que modelos supuestamente científicos confirmados por la fe de los convictos y no por el raciocinio o la demostración empírica.

El caso del niño al que sus padres rehusaron vacunar contra la difteria, los modelos pedagógicos que desprecian el método e incluso la norma, el uso creciente hasta límites  inabarcables de pautas alimenticias solo avaladas por nuevos negocios de gran éxito económico… ¿por qué son aceptados de una manera tan generalizada y transversal?

La ausencia de una religión verdadera ha impulsado de manera extraordinaria multitud de pequeñas parcelas de fe a las que el ser contemporáneo se agarra. Esta hipótesis me la ha sugerido Elena. No sé si tiene fundamento in re o si se trata de una nueva patraña. Lo único que me consta es que con su argumento no gana un euro, ni siquiera un unete. Algo es algo. Porque algunos de los profetas de las nuevas costumbres han construido en ese andamio auténticas pirámides en efectivo.

Después de haber dejado de creer en la religión verdadera, menuda tontería ponernos a creer en las falsas. En la una y en las otras hay gente que saca poder y dinero, dinero y poder, según se mire.

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