
¿Qué sería de las tertulias, si a sus protagonistas se les exigieran algunos requisitos que parecen obvios? Por ejemplo:
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- Desconocer los hechos exige callar, pero conocerlos no obliga a sacar conclusiones.
- El respeto a los interlocutores y al público requiere penalizar las obviedades.
- El deber del tertuliano no consiste en decir lo que piensa, sino en pensar lo que dice.
Entre tanto, al que escucha solo le cabe una obligación: dudar.
¿Y a ellos no?
