Perdón, a buenas horas

Jordi Pujol, o su familia, guardaba fajos de dinero en algún lugar del mundo que no era España ni Catalunya. Se había dicho muchas veces. Lo había negado otras tantas. Y de repente, en medio de la tarde veraniega, zas, el exPresident se confiesa y pide perdón a la parroquia con voluntad de expiación.

Alucinante la forma y obvio el sobresalto que provocó la noticia. También las numerosas dudas que deja la carta: unas, reflejadas con claridad en algún medio de comunicación, y otras, por ver: ¿por qué ahora?, ¿estas explicaciones sirven para aclarar u para ocultar?, ¿a quién o qué pretenden salvar?, ¿se trata de una cuestión personal?, ¿qué autonomía tenían en esa familia la esposa y los hijos, una vez creciditos?, ¿con qué otros negocios guardan relación estos dineros ocultos?, ¿a qué acuerdo han llegado con Hacienda? Y más, muchas más.

Sin embargo, lo más alucinante fue el titular de La Vanguardia: «Pujol anuncia la regularización fiscal de las cuentas de su familia en el exterior». De ovación y vuelta al ruedo. Ni La Razón y su Maluenda lo mejoran.

– ¿Suena acaso a dictadura?

El engaño en un cuerpo 48. Eufemismos de legalidad para informar de un fraude histórico: reiterado y negado durante más de tres décadas. Y con antecedentes y consecuentes que no acertamos a detallar.

– ¿Este es el medio que alentó el derecho a decidir? ¿Tendrán lo uno y lo otro algo que ver?

Quizás algunas preguntas no resulten pertinentes, pero la manipulación pertenece al ámbito de las evidencias.

 

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