
La propuesta de colaboración de Ciudadanos a Rajoy puede resultar tan lógica como contradictoria, tan conveniente como desgraciada; en definitiva, tan tan como. Habrá que verlo.
Ciudadanos pertenece al espectro de la derecha; aparentemente rejuvenecida, pero derecha, y ya se sabe que en política lo joven deviene en viejo e incluso en cazurro a poco que se mueva el árbol. Cabía esperar una alianza con el PP; menos, con el malvado Rajoy, el rey de los corruptos, el mil veces negado por Albert Rivera, vendedor de palabras gruesas y hechos flojos, hábil debatidor cada vez con mayor pedigrí de charlatán de feria.
Contradictoria y lógica, la propuesta de Ciudadanos viaja en la dirección conveniente (en versión Felipe González) para el desbloqueo de la parálisis postelectoral, pero también para desgracia de las principales víctimas de la crisis, cuando los programas de De Guindos y Garicano se aliancen.
Quedará por ver, aunque faltará poco, si las condiciones naranjas son un brindis a la nadería: ¿la comisión de investigación sobre el caso Bárcenas controlada por el PP lo será de simulacro o de exculpación? (Para hacerlo en serio habría sido mucho más sencillo juntarse con PSOE y Podemos); ¿las reformas constitucionales servirán para distraer los nuevos ajustes o para impedir lo que el gran beneficiario de la corrupción ha propiciado?
Entonces saldremos de dudas: sabremos si el PP está a que le den para seguir reinando en beneficio de lo suyo y si Ciudadanos prefiere ser muleta o mamporrero.
