
Cuando llegó al poder, Mijail Gorbachov, ferviente comunista, estaba convencido de que el régimen soviético era el más perfecto del mundo. Una contradicción le invitó a abrir los ojos: aquel sistema equilibraba sus cuentas gracias a la adición enfermiza de sus ciudadanos al alcohol; el consumo de vodka resolvía las ineficiencias productivas del régimen. Gorbachov decidió que había que transformar aquel modelo y acabó dinamitándolo. Pura coherencia.
Hugo Chavez ha acudido en diez ocasiones a Cuba durante el último año para tratar el cáncer que padece, tal vez porque la revolución reclama su curación aunque sea mediante privilegios que sus compatriotas no se pueden permitir. Puro mesianismo.
Conclusión después de haber escrito lo anterior: Chaves cumple su papel y designa al sucesor. Él sabe lo que le conviene a su pueblo. ¿Sabe su pueblo lo que le conviene? Bueno, en realidad, eso no solo le ocurre a Venezuela.
