«La señorita Julia». Liv Ullmann, 2014
Actriz, pareja y fuente de inspiración del maestro sueco Ingmar Bergman, pero también y sobre todo directora de cine y teatro, escritora (véanse sus libros Senderos, Ed. Pomaire, 1978, y Opciones, Semana de Cine de Valladolid, 1998) y mujer de fuerte personalidad, la noruega Liv Ullmann vuelve a ponerse tras las cámaras, que había abandonado por los escenarios desde que en 2000 rodara la espléndida Infiel (Trolösa), con guion del propio Bergman. Y lo hace llevando al cine una nueva versión de la conocida obra teatral de August Strindberg, que ya fue adaptada por Alf Sjöberg en 1951: La señorita Julia (Fröken Julie), y más recientemente por Mike Figgis en 1999 (Miss Julie).
En aquella, Sjöberg mantenía buena parte de los diálogos, pero daba entrada a diversos escenarios interiores y exteriores, además de a muchos más de los tres únicos personajes que se enfrentaban, se unían y se separaban a lo largo de la noche de San Juan, que marca el solsticio de verano, en el reducido espacio de la cocina del palacio del señor conde, padre de la protagonista. Entre otros motivos, adquirió fama por sus innovadoras formas de pasar del presente al pasado a través de simples movimientos de cámara, mediante planos fijos sobre alguno de los cuadros que decoraban las paredes de la mansión o incluso haciendo que los personajes pretéritos pasaran, dentro del mismo encuadre, por detrás de los actuales.
En esta nueva aproximación, Liv Ullmann vuelve a limitarse a los personajes de Julie, el criado John y la cocinera y novia de éste, Kathleen (por sus nombres en la versión original inglesa), traslada la acción a Irlanda en 1890, dos años después de la escritura del texto, y lo respeta en líneas generales, conservando la continuidad cronológica, si bien introduce un breve prólogo silencioso, cuando Julia era niña, que aporta poco al sentido del conjunto. Por lo demás, apoya los recuerdos, puramente verbales esta vez, sobre planos cortos de los dos interlocutores principales, utiliza varias estancias del castillo y realiza tres fugaces salidas al enorme parque que lo rodea y que desempeña un papel importante en el relato.
Ahí, y en la abundancia de primeros planos, acaban los esfuerzos por desprenderse de la matriz teatral de ese enfrentamiento feroz entre una joven de noble cuna y un campesino devenido en lacayo del padre de Julie, ausente de la escena pero cuyas llamadas con una campanilla producen estremecimientos en ese criado incapaz de liberarse de su condición, por muchos esfuerzos que haga. Porque de eso trata fundamentalmente La señorita Julia, como se explica con claridad mediante la metáfora del árbol –aquí, columna– de cuya cima quisiera descender ella como fuera para situarse a ras de tierra, mientras John sueña con escalarlo por todos los medios. Un combate sin cuartel que mezcla íntimamente la lucha de sexos con la de clases, porque la señorita –insatisfecha y que acaba de romper con un novio de su categoría– utiliza sus dotes de seducción para someter al hombre que luego sabremos que la amó perdidamente en secreto cuando eran niños, mientras éste quiere conquistarla para demostrar –y ejercer– su superioridad, así como la bajeza moral de ella y los suyos.
Lamentablemente, Liv Ullmann hace que en su puesta en escena primen exageradamente la rigidez y el hieratismo durante una primera parte –hasta el encuentro sexual, omitido mediante el inevitable fundido en negro, después del cual, sin embargo, los protagonistas se limpian los genitales con inusual naturalismo–, mientras en la segunda se apodera de estos un molesto histrionismo, que se pretende justificado por el abuso del alcohol, como forma de explicar los constantes cambios de humor y de actitudes de la dama y el plebeyo.
Ese aparente descontrol formal, y la excesiva y superflua explicitud dada a un desenlace que Strindberg se limitaba a sugerir, son seguramente los principales problemas de esta adaptación demasiado larga, reiterativa y que no encuentra mucha ayuda en sus tres conocidos intérpretes, a pesar de los esfuerzos de estos por no aparecer demasiado encorsetados, como sobrecogidos por la trascendencia cultural de cuanto dicen y hacen.
FICHA TÉCNICA
Título original: «Miss Julie». Dirección y Guion: Liv Ullmann, sobre la obra de August Strindberg Fotografía: Mikhail Krichman, en color. Montaje: Michal Leszczylowski. Música: XXX. Intérpretes: Jessica Chastain (Julie), Colin Farrell (John), Samantha Morton (Kathleen), Nora McMenamy (Julie niña). Producción: Maipo Films, The Apocalypse Films, Senorita Film, Subotica Entertainment (Noruega, Reino Unido, Francia e Islandia, 2014). Duración: 129 minutos.
