
«Gabrielle». Louise Archambault, 2013
Gabrielle tiene 22 años, vive en Montreal, frecuenta un centro de acogida para personas con discapacidad intelectual, trabaja recogiendo y triturando papeles en una oficina y participa con entusiasmo en los ensayos de un coro organizado en el centro con fines terapéuticos y que prepara un concierto en el que habrán de actuar con el popular cantante Robert Charlebois. Porque Gabrielle padece el llamado síndrome de Williams, que, a cambio de su limitación y de una expresión facial característica, le confiere un extraordinario sentido musical, una enorme capacidad de empatía con cuantos la rodean y una incontenible alegría de vivir.
Pero cuando Gabrielle y su compañero Martin se enamoran y son sorprendidos en un momento de relativa intimidad, saltan todas las alarmas en sus familias respectivas. La madre de Martin, horrorizada, llega a sugerir que esterilicen a la chica para que no pueda quedar embarazada. Y la de Gabrielle se muestra reticente, además de no querer ocuparse demasiado de ella, a pesar de que su otra hija, Sophie, defiende apasionadamente a su hermana, alienta sus deseos de independencia y le ayuda en todo lo que puede. Hasta que tiene que marchar a Australia para reunirse con su novio, al que ha dado largas durante demasiado tiempo.
Gabrielle supera a duras penas la profunda crisis que le ha supuesto la separación de su hermana y se obstina en encontrar a Martin, que trabajaba en una tienda de mascotas y a quien su madre ha sacado del centro, mientras continúan los ensayos para el gran concierto, en el que quizá puedan verse una vez más.
En su segundo largometraje –tras Familia (2007), donde se refería ya a las relaciones entre madres e hijas aunque sin otras limitaciones que las que aporta la convivencia cotidiana–, la cineasta canadiense Louise Archambault aborda con delicadeza, pero también con valentía y decisión, un asunto del que el cine se ha ocupado ya en otras ocasiones, obteniendo resultados dispares. Pero Gabrielle no habla sólo de las dificultades de adaptación de una persona con discapacidad, sino que defiende a ultranza su derecho a la independencia, a la autonomía en la esfera de los sentimientos, más allá de la ayuda que pueda necesitar en otros terrenos, y, de manera explícita, a practicar el sexo con quien desee.
Apoyándose en la formidable interpretación de la joven Gabrielle Marion-Rivard, que confiere autenticidad a su peripecia y destaca en un reparto notable, Louise Archambault utiliza casi todos los recursos disponibles en ese tipo de cine que se considera naturalista, casi documental –cámara en mano, imágenes fugazmente aceleradas o ralentizadas, abruptos silencios– para materializar los estados de ánimo de su protagonista, pero sin aspavientos ni golpes de efecto gratuitos, a los que se prestaba especialmente un argumento tan llamativo. Y con detalles tan sugerentes como el de la escena en que la hipersensibilidad auditiva de Gabrielle la desquicia ante el pitido de la alarma antiincendios que ella misma ha provocado sin darse cuenta, al dejar que el pan se queme en el tostador.
Y lo más interesante de todo es que, haciendo creíble un conflicto que le permite denunciar todos los prejuicios de la sociedad normal sobre quienes poseen algún tipo de limitación física o mental, sobre quienes son diferentes, en definitiva, Gabrielle no sólo no pontifica sobre el asunto, sino que –al margen del sentido concreto que pueda darse a su desenlace– deja abiertas a la reflexión del espectador las posibles soluciones de un problema que, por sencillo que pueda parecer en algunos momentos del desarrollo del filme, dista mucho de estar resuelto en la realidad. Ojalá las películas que denuncian una situación injusta pudiesen contribuir a modificarla.
FICHA TÉCNICA
Dirección y Guion: Louise Archambault. Fotografía: Mathieu Laverdière, en color. Montaje: Richard Corneau. Música: François Lafontaine. Intérpretes: Gabrielle Marion-Rivard (Gabrielle), Alexandre Landry (Martin), Mélissa Désormeaux-Poulin (Sophie), Vincent-Guillaume Otis (Remi), Benoît Gouin (Laurent), Sébastien Ricard (Raphaël), Marie Gignac (madre de Martin), Isabelle Vincent (madre de Gabrielle). Producción: micro_scope (Canadá, 2013). Duración: 103 minutos.
