«Viajo sola». Maria Sole Tognazzi, 2013
Dice la cineasta italiana Maria Sole Tognazzi –hija del desaparecido actor y director Ugo Tognazzi, a quien dedicó un emotivo homenaje con su documental Ritratto di mio padre (2010)– que con Viajo sola ha intentado combatir el tópico de que una mujer de cuarenta años sin pareja y sin hijos es una fracasada. Y lo consigue, o no, según la interpretación que demos al penúltimo giro del guion, cuando Irene, la protagonista –maravillosa Margherita Buy–, vive con inusitada intensidad el incidente sufrido por una mujer a la que apenas conocía, una antropóloga especialista en sexualidad, y parece replantearse el sentido de su vida pensando en los límites que puedan existir entre la libertad y la soledad.
Porque Irene tiene un trabajo magnífico, como inspectora secreta de hoteles de máxima categoría en distintos lugares del mundo, lo que la lleva a viajar constantemente, alojarse en las mejores condiciones imaginables, disfrutar de todos los lujos y, sobre todo, experimentar esa sensación de superioridad un tanto perversa que da el hecho de vigilar a los demás sin que se den cuenta, ya que se presenta como ‘cliente misteriosa’ en todos los establecimientos cuyo funcionamiento debe analizar hasta en los detalles más insignificantes. Una vida de cinco estrellas –título internacional de la película– que le permite prescindir de muchas de las cosas cotidianas que amargan la existencia de cualquiera.
Para dar densidad a su peripecia y a las sensaciones a veces contradictorias que experimenta, el argumento de la película se completa con otras figuras, como las de la hermana, el cuñado y las pequeñas sobrinas de Irene, que con sus manías la ayudan a comprobar casi constantemente lo bien que ha hecho permaneciendo soltera; la de Andrea, que fue su novio hasta hace quince años y mantiene con ella una relación afectuosa, aunque acaba de entablar otra que terminará haciéndolo padre a su pesar; o las de otros huéspedes, entre ellos uno muy atractivo con el que coincide en un fabuloso hotel de un país exótico, que parece prestarse a la aventura fugaz y placentera pero que en el último momento confiesa que está casado y es fiel a su esposa.
Maria Sole Tognazzi cuenta esta historia de forma liviana y desenfadada, con ligeros toques de humor que funcionan bien en ese contexto, y sin querer discursear sobre el asunto que constituye el eje de la película. Las conclusiones, que también pueden ser contradictorias, quedan para el espectador de este agradable relato, bien rodado y fotografiado, con un montaje ágil y una planificación ajustada a lo que se está narrando, sin alardes vacuos ni fruslerías innecesarias.
En un panorama cinematográfico dominado por la dicotomía irreconciliable entre unos títulos comerciales, aparatosos y vacíos, aunque dotados de una fuerte carga ideológica conservadora y apabullantemente mayoritarios, y otros críticos, provocadores, que denuncian situaciones inadmisibles o incitan a la reflexión pero exigen del espectador un esfuerzo receptor que va más allá de la pura contemplación pasiva, resulta confortable encontrar obras como esta, pequeñas y sin grandes pretensiones, rodadas con pulcritud y que animan a pensar sobre cosas tan importantes como el papel de la mujer en la sociedad contemporánea, los costes que se imponen a su independencia, la función del trabajo, de la familia, de las relaciones sociales y otras muchas, sin lanzar por ello un discurso monocorde o monolítico, que sería en el fondo igualmente conservador, aunque no lo pareciera.
FICHA TÉCNICA
Título original: «Viaggio sola». Dirección: Maria Sole Tognazzi. Guion: Maria Sole Tognazzi, Ivan Cotroneo y Francesca Marciano. Fotografía: Arnaldo Catinari, en color. Montaje: Walter Fasano. Música: Gabriele Roberto. Intérpretes: Margherita Buy (Irene), Stafano Accorsi (Andrea), Fabrizia Sacchi (Silvia), Gianmarco Tognazzi (Tommaso), Lesley Manville (Kate), Diletta Gradia (Claudia), Carola Signore (Eleonora), Alessia Barela. Producción: Augustus Color, Bianca Film y Rai Cinema (Italia, 2013). Duración: 85 minutos.
