Votantes como tontos

Los responsables públicos tratan con frecuencia a los ciudadanos como estúpidos. Antes de las pasadas elecciones generales la inefable ministra de Trabajo, Fátima Báñez, envió una carta a todos los pensionistas para decirles lo contentos que debían sentirse porque les iban a subir la pensión entre dos y seis euros mensuales; un 0,25 por ciento anual.

En realidad, ese no era el objetivo de la carta, sino la excusa para glosar la brillante política gubernamental, el éxito de la gestión económica, la indudable mejoría de nuestra vida merced a los desvelos del PP. Iniciado el año, y por lo que pueda ocurrir, la misma ministra reincide con la misma carta. No querías caldo, toma dos tazas.

Pensionistas

No hace falta ser muy listas (o listos). Algún boquete se le abre a este gobierno en diferido,  de cara a lo que pueda venir, por la vía de los pensionistas. Si no, ¿a qué? ¿A qué la insistencia, el gasto, la desconfianza de que los ciudadanos no se hubieran alegrado lo suficiente a la primera?

¿O simplemente a la jeta? Tanta, cuánta, mucha jeta, mucho alcalde, mucho gobierno y muchos pensionistas y españoles, el alcalde.

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