Y París no ardió

«Diplomacia». Volker Schlöndorff, 2014

 El veterano cineasta Völker Schlöndorff, pieza clave del llamado Nuevo Cine Alemán de los años sesenta, con títulos como El joven Torless (Der junge Törless, 1966) o La repentina riqueza de los pobres de Kombach (Der plötzliche Reichtum der Armen von Kombach, 1971), y más adelante El honor perdido de Katharina Blum (Die verlorene Ehre von Katharina Blum, 1975) o El tambor de hojalata (Die Blechtrommel, 1979), entre otros muchos, se acerca ahora a un episodio fundamental de la Segunda Guerra Mundial: el intento de Hitler de destruir la capital francesa, que ya dio lugar a filmes tan conocidos como ¿Arde París? (Paris, brûle-t-il?, 1966), de René Clément, además de a varios libros y otras creaciones. Y lo hace utilizando como base la pieza teatral «Diplomatie», de Ciryl Gely, guionista también del filme.

Durante la madrugada del 24 al 25 de agosto de 1944, y con los ejércitos aliados a las puertas de París, el cónsul sueco en la capital francesa, Raoul Nordling, consigue presentarse –de forma un tanto rocambolesca, aprovechando un pasadizo secreto que se supone que mandó construir Napoleón III para encontrarse con una amante, del mismo modo que instaló un espejo de doble cara para espiarla inadvertidamente– en la suite del hotel Meurice que sirve de puesto de mando al gobernador militar nazi, general Von Choltitz. Porque éste ha recibido directamente de Hitler la orden de dinamitar París y hacer que el Sena inunde sus ruinas cuando la defensa resulte imposible para las fuerzas de ocupación.

De este modo, según la reconstrucción ideal y ficcionada que han elaborado Gely y Schlöndorff sobre unos hechos de base real pero que seguramente transcurrieron de otra manera, se plantea un magnífico juego interpretativo entre los dos actores que ya habían representado la obra en los escenarios, André Dussolier en el papel del diplomático y Niels Arestrup en el del militar. El primero intenta persuadir al segundo para que desobedezca la orden con argumentos humanitarios y de salvación del patrimonio artístico y de las personas, que no consiguen superar el cerrilismo de la obediencia ciega y otros tópicos castrenses.

Más adelante –y después de que el cineasta haya intentado aligerar y espaciar unas discusiones que en ningún momento disimulan su origen escénico, con insertos de exteriores y pequeñas acciones que poco aportan al conjunto–, el cónsul Nordling descubrirá que lo que verdaderamente impulsa al general a seguir al pie de la letra un plan destructivo minuciosamente preparado y a punto de ejecutarse –gracias a la participación de un ingeniero colaboracionista francés que a última hora cambiará también de actitud– es el decreto recientemente firmado por el dictador, según el cual la familia de los altos mandos militares responden con sus vidas si estos no cumplen adecuadamente las instrucciones recibidas.

En este punto entra en acción la habilidad, tampoco demasiado sincera, del diplomático, y el argumento adopta un nuevo rumbo, que por lo demás era perfectamente previsible, dado que su resultado está ya en los libros de Historia. Por eso llama la atención la valentía con que el cineasta alemán, especializado en conflictos de la época contemporánea, aborda un tema en el que el suspense es imposible y cuyo desarrollo  depende de manera prácticamente absoluta del cómo se desarrollan los hechos, y no del qué sucederá al final. Un reto difícil, superado con éxito merced a la construcción de los diálogos y a la acción de los intérpretes, pero también al excelente juego de la cámara, al estudio de la composición de cada plano –agrupando a los personajes en el mismo encuadre o enfrentándolos mediante el campo/contracampo y el enfoque/desenfoque según la posición que adopten uno y otro en cada momento concreto– y a otros recursos genuinamente cinematográficos. En resumen, una obra sólida de un realizador experto.

 

 

 

FICHA TÉCNICA

Título original: «Diplomatie». Dirección: Volker Schlöndorff. Guion: Cyril Gely, sobre su obra teatral. Fotografía: Michel Amathieu, en color. Montaje: Virginie Bruant. Música: Jörg Lemberg. Intérpretes: André Dussolier (Raoul Nording), Niels Arestrup (general Von Choltitz), Burghart Klaussner (Werner Ebernach), Robert Stadiober (teniente Bressensdorf), Jean-Marc Roulot (Jacques Lanvin), Charlie Nelson (ordenanza), Stefan Wilkening (cabo Mayer), Thomas Arnold (teniente Hegger). Producción: Film Oblige, Gaumont y Blueprint Film (Francia y Alemania, 2014). Duración: 84 minutos.

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