Detalle sin importancia

Hubo un gesto, completamente fuera de la disputa deportiva, que me pareció digno de recordar. Nadal y Ferrer disputaban la final de Roland Garros. En lo alto del graderío aparecieron unos jóvenes, pancarta en mano, para protestar por la ley que legaliza el matrimonio homosexual en Francia. La televisión evitó la publicidad de los descontentos, pasado el primer frame que situó a los disidentes en lo más alto del estadio.

Inmediatamente después, un joven con el torso desnudo y una bengala en la mano salta a la pista en busca de Nadal. Los servicios de seguridad actúan con rapidez: varios uniformados de traje y corbata se abalanzan sobre el jovenzuelo y forcejean hasta controlar el riesgo del fuego y reducir al muchacho; otros seguratas ocupan posiciones en la arcilla; uno de ellos, muy cerca de Nadal. Cuando la bengala se apaga y el joven ya está lejos de la pista, y de las cámaras, surge el momento que me pareció singular.

Lo explica un diario: “Tan inesperado incidente acabó de forma surrealista, con uno de los miembros de seguridad aprovechando para saludar a Nadal dándole la mano”. No me había enterado del hecho surrealista. Interpreté que, cuando el uniformado se alejaba, Nadal se giró hacia él y le tendió la mano, seguramente para agradecer su profesionalidad. Por eso me llamó la atención ese instante, por la serenidad de un gladiador en mitad de la batalla.

Pero o no debió ser así o a los amantes del espectáculo deportivo eso quizás no les interese.

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