
A cada cual, lo suyo
Han hablado sobre los resultados de las elecciones gallegas y vascas. Más de lo mismo. Cambian de tema. El periodista habla de alguien que acude a “el país maldito”. No cabe duda: se atreven a calificarlo como se merece por razones históricas y presentes. Y así es, se trata de Alemania. A donde viaja el Real Madrid y donde nunca ha ganado.
¡Vale!
Precisión
Dice el informador que Montserrat Caballé se encuentra internada en un hospital como consecuencia de un ictus. Tranquiliza a la audiencia asegurando que ha sido leve y que no ha afectado, como suele ser habitual en estos casos, ni a la visión ni al habla. No obstante, lamenta que a causa del desvanecimiento haya sufrido “la rotura de un húmero”.
Uno de tantos.
¡Temblad, malditos!
Vienen a por nosotros. Primero, adelgazamiento; luego, recortes, y ahora…
Lo he escuchado esta mañana en la radio. 21 de septiembre. 8.55 horas. El Ayuntamiento de Madrid, que ya subió hace unos meses la tarifa correspondiente, va a poner en marcha un nuevo billete de metro. Electrónico. Bastará con enseñar el papelito al torno para “conseguir la fluidez de los viajeros”.
Nos adelgazaron, nos recortaron y ahora o nos licúan o nos gasifican, o ambas cosas. ¿Primero lo uno o lo otro?
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Apenas escrita mi advertencia, leo a Mario Vargas Llosa: «Al igual que la libertad política y cultural, también nuestra identidad nos puede ser ahora arrebatada, pero en este caso, por tiranuelos y dictadores invisibles, que en vez de látigos, espadas o cañones, usan teclas y pantallas y se sirven del éter, de un fluido inmaterial y subrepticio y tan sutil y poderoso que puede invadir nuestra intimidad más secreta y reconstruirla a su capricho».
– ¡Es eso!
