La nueva realidad: los vulnerables

Los que aún pueden perder más.

Los que están entre la supervivencia y el desposeimiento.

Los que creyeron que el tiempo o el viento les eran favorables, pese a no haber alcanzado la tranquilidad de la playa.

La clase desclasada, los que pierden algo cada día de esta crisis, a los que les hurtan trabajo y hacienda (tal vez, un piso del que fueron desahuciados), a los que les afectan todos los recortes, a los que sufren la venganza luterana y el furor político del ajuste, los que padecen cada viernes las decisiones del consejo de ministros, aunque no estén atentos a la rueda de prensa.

Ellos son los vulnerables. Los pierden medios, bienes y derechos…para que otros se aprovechen de su desvalimiento.

¿Quiénes son los nuevos miserables?

Cada vez que el Gobierno pone en marcha una medida –un ajuste, una compensación, una iniciativa contra el derroche (o como coño lo llamen)…– hay damnificados: se trata siempre de personas que ya se encontraban en mala situación y para las que llueve sobre mojado. Ellos pierdan para que otros, con la misma medida, ganen.

Empecemos por lo último:

Las tasas judiciales. Muchas personas no las podrán sufragar y, en consecuencia, tendrán que renunciar a exigir lo que consideren su derecho, a reclamar lo que crean que les pertenece, porque no podrán afrontar el precio. Ellos son los vulnerables, aquellos a los la nueva realidad les hace aún más desvalidos y les humilla.

Los ricos, las empresas, las instituciones no van a sufrir por las tasas. Se las pueden permitir. Además, les benefician: si aquellos se sienten forzados a desistir de sus derechos, estos otros se sentirán estimulados a pisotearlos.

Vulnerables, sí. Una vez tras otra.

Se puede seguir. Bastará cualquier ejemplo de la vida real. ¿Miramos hacia atrás?

 

Velázquez. Vieja friendo huevos

 

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