
Dicen que el tramo más largo que se conserva en Berlín del viejo Muro, ahora ilustrado con pinturas de artistas llegados de todas partes, va a ser demolido para levantar unos bloques de apartamentos de lujo.
A esa ciudad asolada por las sucesivas barbaries, convertida en un símbolo de la resistencia ciudadana contra el mal y la guerra o en memoria para no repetir las furias, sólo le faltaba la ferocidad del urbanismo.
La modernidad, supuestamente desideologizada, atenta en apariencia a la belleza o el desarrollo, quizás sea más peligrosa que las hienas. Eso dicen.
Entre si sí o si no, recordemos. Tras la vergüenza del pasado, la del futuro.
