Las llamaron Esperanza

Este ha sido, hasta hoy, mi gran proyecto. Al menos, por tiempo y por espacio. ¿Reportaje, novela, biografía, relato con opciones de guión para un documental o una película?

Un compromiso que contraje hace doce años y que no pude cumplir hasta éste, cuando dispuse de varios meses dedicados íntegramente  a cerrar la obra. Un compromiso personal con una historia que conocí en hace ya 33 años. Entonces escribí los primeros textos relacionados con ella. Quedé atrapado por la dignidad y el coraje de los personajes y acabé conociendo nuevas facetas, también apasionantes. Este trabajo me ha ocupado, pues, un largo rato. No cabe duda: por el tiempo transcurrido, un gran proyecto.

También por el espacio. Acostumbrado a la elaboración de noticias, siempre breves, o reportajes, menos escuetos pero asímismo limitados, esta vez tuve plena libertad para abordar la historia sin limitación de líneas o de folios. Y así salieron 450 páginas. No cabe duda: por el espacio ocupado, un gran proyecto.

Sin embargo, se trata de un gran proyecto por la historia que lo soporta, por los protagonistas que lo sustentan, por la emocion que desprenden y el reconocimiento que merecen. Parece indiscutible.

Pero me gustaría que fuera, además, un buen proyecto, si no grande, por haber articulado este relato con un tratamiento y un tono dignos de la historia, de la sobrecogedora Esperanza, de la tenaz Manoli o de todas las personas a las que ellas representan. En España, en Argentina, en Cuba, en cualquier parte.

Escribo todo esto, hoy, porque una editorial –aún no importa su nombre– me ha confirmado que publicará el libro. Hablaremos de todo ello.

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