Monstruos de hoy

«El capital humano». Paolo Virzì, 2013

Dino Ossola, propietario de una pequeña agencia inmobiliaria al borde de la ruina, responde al tipo de italiano que acuñaron en el cine Alberto Sordi y, después y al alimón, Vittorio Gassman y Ugo Tognazzi: liante, dicharachero, trepador, falso y obsequioso. Está empeñado en entrar en el círculo de los Bernaschi, cuyo patriarca, Giovanni, es un tiburón de las finanzas, sin escrúpulos y capaz de arruinar países enteros con tal de incrementar su inmensa fortuna. Para acercarse más a él, Dino solicita un préstamo disparatado y lo invierte en el fondo de Bernaschi, que pronto se hunde, al menos de forma temporal, dejando al aspirante en la más absoluta miseria, aunque dispuesto a no rendirse, como siempre.

Carla Bernaschi, la esposa de Giovanni, es una especie de Blue Jasmine que no se entera de sus manejos y está empeñada en que compre y restaure el único teatro de la ciudad, cerrado, muy deteriorado y a punto de ser convertido en un bloque de apartamentos de lujo o en sede de algún banco. Para gestionarlo crea una fundación cuyos patronos se burlan de ella, la adulan o la escarnecen más o menos disimuladamente e incluso, como en el caso de un profesor de teatro y aspirante a autor, aprovechan para ligar con ella, abandonándola ruidosamente cuando el proyecto se viene abajo.

Serena Ossola es hija de Dino, mantiene una relación distante con su madrastra Roberta y está tratando de romper la que mantenía con el conflictivo Massimiliano, hijo de los Bernaschi, fascinada ahora por Luca, un joven marginal, depresivo y con tendencias suicidas, que considera que la mala suerte lo persigue siempre pero es en el fondo buena persona, como la propia Serena.

Dino, Carla y Serena dan nombre a tres de los capítulos en que se divide la película de Paolo Virzì, tras un breve prólogo en el que dos vehículos se cruzan en la noche y uno de ellos lanza a la cuneta a un ciclista, provocándole la muerte, y antes de un último capítulo dedicado sobre todo a aclarar quién fue el responsable de ese suceso, al tiempo que se expone con claridad qué quieren decir los autores del filme –como el del libro en que se basa, publicado en Estados Unidos hace once años– con la expresión capital humano, tanto en términos de fuerza hipotéticamente productiva como del conjunto de elementos que se tienen en cuenta para evaluar con toda frialdad una indemnización en caso de accidente.

Más allá del parecido de esa parte del argumento con el del clásico Muerte de un ciclista (1955) de Juan Antonio Bardem, en el que también una mujer trataba de proteger a un culpable socialmente más débil que ella, e incluso con el de uno de los episodios de los Relatos salvajes (2014) de Damián Szifrón, donde una familia acomodada trataba de evitar por todos los medios que uno de sus integrantes se viera implicado en un hecho delictivo, El capital humano es un vigoroso retrato de esa alta sociedad cuyos privilegiados, poseídos por una ambición sin límites, carecen de escrúpulos a la hora de alcanzar como sea sus fines económicos –tipos que tanto abundan entre nosotros, donde notables depredadores llegan a ser ministros–, mientras otros muchos individuos aspiran a integrarse en esa élite como sea, y quienes mantienen todavía ciertos principios éticos quedan por eso mismo marginados de una convivencia corrompida de raíz.

Pero si en el dibujo de ese zoológico humano Paolo Virzì y sus coguionistas muestran pulso firme, eficacia narrativa y agudeza crítica, es una lástima que a la hora de desvelar la simple intriga policiaca relacionada con el accidente de tráfico –que es a todas luces una cuestión menor– recurran a un pequeño truco escasamente verosímil y que devalúa la importancia y significación del desenlace. Últimamente, el uso de la Red, los correos electrónicos, los mensajes de teléfono y demás fruslerías electrónicas están restando credibilidad a muchos argumentos consistentes, convencidos quizá sus autores de que por esos medios todo es posible y de que el espectador aceptará tales chapuzas sin rechistar. Esperemos que la fiebre sea pasajera, aunque todo parece indicar la contrario.

 

FICHA TÉCNICA

Título original: «Il capitale umano». Dirección: Paolo Virzì. Guion: Paolo Virzì, Francesco Bruni y Francesco Piccolo, sobre el libro de Stephen Amidon, «Human Capital». Fotografía: Jérôme Alméras, en color. Montaje: Cecilio Zanuso. Música: Carlo Virzì. Intérpretes: Fabrizio Bentivoglio (Dino Ossola), Valeria Bruni Tedeschi (Carla Bernaschi), Fabrizio Gifuni (Giovanni Bernaschi), Matilde Gioli (Serena Ossola), Valeria Golino (Roberta Ossola), Guglielmo Pinelli (Massimiliano Bernaschi), Giovanni Ansaldo (Luca Ambrosini), Gigio Alberti (Giampi). Producción: Indiana Production Company y Motorino Amaranto (Italia y Francia, 2013). Duración: 111 minutos.

 

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