La hospitalidad perdida

«Cuestión de actitud». Panos H. Koutras, 2014

Dany va a cumplir dieciséis años y al morir su madre, albanesa, viaja de Creta a Atenas para reunirse con su hermano Ody, de dieciocho, con el fin de trasladarse juntos hasta Tesalónica en busca de su padre, al que se refieren siempre como ‘El Innombrable’, ahora casado de nuevo, muy rico y de tendencia política fascistoide. Quieren que los reconozca, para obtener así la nacionalidad griega que se les niega por otras vías, y para que compense con dinero el daño que les ha hecho con su ausencia de tantos años.

Ody, que se ofende cuando su hermano menor lo llama así porque su verdadero nombre –muy representativo de la tarea que emprenden juntos– es Odisseas, aspira a ganar un concurso de talentos musicales, interpretando canciones de la diva italiana Patty Pravo, que aparece fugazmente en el filme y cuya mitificación constituye la anacrónica herencia cultural que ha dejado la madre muerta a los dos hermanos. Dany, por su parte, homosexual que vuelca su afectividad en un conejito blanco al que llama Dido, sueña a menudo con vestigios de una infancia confusa y nunca olvidada del todo. Juntos discuten constantemente, se agreden y se protegen a tenor de las vicisitudes que surgen en su errático desplazamiento.

Ese recorrido tiene una de sus etapas fundamentales en el encuentro de las ruinas de un hotel llamado Xenia (hospitalidad), que es por cierto el título original de la película, sustituido entre nosotros por el feo Cuestión de actitud, poco comprensible además de ineficaz para animar a nadie a acudir a una sala de cine. Se sobreentiende que esa hospitalidad perdida, como la del edificio abandonado en el que se refugian Ody y Dany, es la de una Grecia arrasada por la crisis, incapaz de asumir una emigración que sigue llegando en oleadas y territorio vulnerable ante la aparición de movimientos xenófobos cargados de violencia.

El trayecto de los dos hermanos –«nueva odisea griega» lo llama la publicidad, recogiendo el título que ha recibido la película en otros países– está salpicado de pistas sobre la situación actual de ese país sacrificado por la ambición de los tiburones financieros que imperan en Europa, pero también por la inepcia de sus propios gobernantes de cualquier signo convencional, y sin embargo se centra quizá demasiado en la particular psicología de los dos personajes principales. En este su cuarto largometraje, primero que llega a nuestras pantallas comerciales, Panos H. Koutras acumula demasiados registros estilísticos como para que su relato sea seguido con fluidez y permita llegar hasta el fondo de todo lo que plantea, de forma excesivamente abrupta y acumulada sin mucho orden ni concierto.

Así, a una cámara móvil que recuerda al estilo ágil e incisivo del realismo de los hermanos Dardenne se unen unos personajes y situaciones de tinte vagamente almodovariano –ese Tassos que rememora y a ratos parece haber sustituido al padre ausente–, unas escenas imaginarias o directamente oníricas que irrumpen inesperadamente entre continuos cierres en negro, evidencia de la débil estructura del conjunto, y otros muchos rasgos extraídos de aquí y de allá y que más que enriquecer entorpecen el desarrollo de una narración a ratos naturalista y en otros de inspiración psicoanalítica.

Demasiadas pretensiones estilísticas para una obra que sin embargo refleja, siquiera simbólicamente, una situación social trágica, en la que parece milagroso que puedan crearse producciones cinematográficas como esta, aunque sea en colaboración con otras cinematografías más potentes y apoyada en este caso en la llamativa interpretación de dos actores muy jóvenes y al parecer no profesionales, que representan con algún exceso disculpable el desconcierto de toda una generación desprovista de referentes, necesitada de una afirmación que su contexto les niega y sometida a los dictados de unos poderes que escapan a su comprensión, impulsándolos a la fabulación como forma de encontrar unas raíces de las que han sido cruelmente desposeídos. En las condiciones actuales, Grecia, cuna de la democracia, ha perdido buena parte de su tradicional hospitalidad y tiende a rechazar, como cuerpos extraños, a todos los procedentes de otras sociedades aun más expoliadas o sometidas a todo tipo de violencia. Cuestión de actitud trata de dejar constancia de todo ello, aunque en ocasiones pierda el pulso al plantearlo.

 

FICHA TÉCNICA

Título original: «Xenia». Dirección: Panos H. Koutras. Guion: Panos H. Koutras y Panagiotis Evangelidis. Fotografía: Hélène Louvart y Simos Sarketzis, en color. Montaje: Yorgos Lamprinos. Música: Delaney Blue y George Boussounis. Intérpretes: Kostas Nikouli (Dany), Nikos Gelia (Ody), Yannis Stankoglou (Lefteris), Marissa Tryandafillidou (Vivi), Aggelos Papadimitrou (Tassos Peris), Romanna Lobats (Maria-Sonia), Patty Pravo, Kostis Rampavilas. Producción: 100% Synthetic Films, Wrong Men, Movie Partners in Montion Films y Entre Chien et Loup (Grecia, Francia y Bélgica, 2014). Duración: 134 minutos.

 

Más información en programadoble.com, el blog de Juan Antonio Pérez Millán.

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