
El Gobierno no indultará a varios delincuentes relevantes y el hecho parece tan inédito que lo anuncia a bombo y platillo: Jaume Matas, Julián Muñoz, José Ortega Cano, Ángel Carromero, Antonio Alemán, Lluis Gavaldá irán a la cárcel. Políticos corruptos, algunos afectos al PP, y faranduleros del corazón y los negocios cumplirán el castigo que les impusieron los tribunales.
¿Por qué tantas alharacas? ¿Para mostrar acaso un repentino interés por la decencia, la ley o las demandas ciudadanas? ¿O quizás tan solo para negar simultáneamente el indulto a Baltasar Garzón ? ¿E incluso, peor aún, para comparar al juez con esos chorizos o criminales de postín?
Ante este nuevo atropello al juez inhabilitado por perseguir la corrupción y destapar la Gurtel, por defender la justicia universal, por reclamar el derecho de las víctimas del franquismo, no encuentro otra reacción mas adecuada (por elegante) que la que popularizó en la tribuna del Congreso el diputado José Antonio Labordeta: “¡A la mierda, hombre!”.
Sin embargo, tampoco abogo (como él mismo) por el indulto a Garzón. No se merece que este gobierno, que le persiguió con saña, sometiendo a la justicia (al menos, a través de la fiscalía y de los magistrados electos) a sus intereses más mezquinos, muestre ahora otra cara distinta a la del rencor con el que le atosigó. Las víctimas reivindican su dignidad y su decencia por sí mismas, les sobra cualquier gesto de benevolencia por parte de sus verdugos. Aunque en este caso, ni eso.
P.D. Por si alguien tiene dudas, que eche un vistazo al cuadro en el que El País compara las actuaciones en los casos de Gómez de Liaño y de Garzón.
