Preámbulo para un día de elecciones

Lo dijo Emilio Lledó, lo glosaron numerosos comentaristas y periodistas y Forges lo convirtió en icono gráfico de la gran reflexión: “Ojalá este domingo regrese la decencia”.

Más allá del significado obvio (y buenista) del titular, la frase tan mentada propone una comprensión estática de la decencia, como un objetivo estático, alcanzable y, a partir de ahí, perdurable.

Esa es la perspectiva que la realidad ha negado con insistencia; durante los últimos años, con una firmeza recalcitrante. La decencia requiere una comprensión más dinámica y dialéctica, como un objetivo a duras penas alcanzable (al menos, en un sentido absoluto) y, por ello, siempre perseguible, diariamente en proyecto.

Llega la jornada electoral. ¿El día de la decencia? ¿O el día para seguir buscando la decencia? Ojalá que, a partir de los resultados electorales, con más voluntad, mayor ánimo y mayor fuerza que hasta ahora.

El ánimo podría venir de los votos. El objetivo, tan solo, de la decisión de los ciudadanos para insistir en el  empeño que sus votos insinúan.

Con ese interés por la decencia y lo decente afrontamos el escrutinio.

 

Artículo anteriorLas cosas como son
Artículo siguienteUn tiempo nuevo, una nueva oportunidad