El gobierno del PSOE retiró la publicidad de RTVE para hacerle un favor a los operadores privados, entre los que había algunos amigos, ahora fagocitados por los enemigos. El sector audiovisual había exigido ese modelo de financiación, a sabiendas de que con él debilitaba las defensas de la televisión pública de cara al envite definitivo.
El plan avanza. La retirada de 200 millones de euros del presupuesto de RTVE no ha llegado como consecuencia de la crisis. El PP la había anunciado mucho antes de llegar al poder. Como ha explicado el nuevo secretario de Estado de Telecomunicaciones, el actual modelo de financiación de RTVE origina problemas en el sector audiovisual. Hay que ayudar.
A la radiotelevisión pública le arrebataron los ingresos comerciales, pero la audiencia no la abandonó y los anunciantes se quedaron sin acceso a un sector importante de los consumidores. El prorrateo de los ingresos publicitarios de RTVE no le bastan a unas empresas extraordinariamente voraces a la hora de buscar beneficios a cambio de cualquier basura. Por eso, ahora, reducidos los operadores a solo dos, y ambos de la cuerda del nuevo gobierno, reclaman el nuevo favor contra RTVE.
El gobierno del PP, al anunciar el recorte presupuestario para RTVE, sabe que la asfixia conduce sucesivamente a la pérdida de audiencia y, después, a la del reconocimiento social. Con las vías de financiación previstas por la ley en tela de juicio (Bruselas no las ratificará al completo), sin la posibilidad de retornar a los ingresos comerciales, con la coartada de la crisis y la necesidad de recortes en el ámbito público y sin respaldo social, la cabeza de RTVE estará servida.
Cabía esperarlo de quienes descreen de lo público, pero, en este caso, al desguace se han sumado otros que han traicionado la fe que, de manera más clara o más tibia, proclaman.
Malos tiempos para lo público desde hace ya demasiadas décadas. Los males se acumulan ahora más por voluntad (ideología) que por necesidad (situación económica), se diga lo que se diga. Y a ello han contribuido demasiadas veces algunos falsos amigos que confundieron el servicio público con su propio interés, el gremialismo con los derechos laborales y la responsabilidad pública de la gestión con el control político. Entre otras aberraciones que nos han llevado a donde estamos.
¿Cómo creer ante tanta adversidad y tanto sinvergüenza?
